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ADRIÁN LASTRA | Actor, protagoniza hoy "El discurso del rey", en el teatro Campoamor

"Encarnar a Jorge VI es un regalo porque es un papel muy diferente a los que había hecho"

"No fui a clases para simular el tartamudeo del rey sino que quise hacerlo mío para que resultara más creíble"

Adrián Lastra, en su papel del rey Jorge VI en "El discurso del rey". LNE

Adrián Lastra (Madrid, 1984) se convierte hoy (teatro Campoamor, 20.30 horas) en el rey Jorge VI de Inglaterra, en la que será la única función en Oviedo de "El discurso del rey" y a la vez el cierre de gira de la obra. Con Lastra, en el reparto están los asturianos Ana Villa (Isabel Bowes-Lyon) y Roberto Álvarez (Lionel Logue), junto a Lola Marceli (Wallis Simpson), Ángel Savín (Jorge V y Winston Churchill) y Gabriel Garbisu (Eduardo VIII). La pieza, inspirada en la película homónima y creada a partir del guión original de David Seidler, bajo la dirección de Magüi Mira, cuenta, como dice Adrián Lastra, "una historia de superación humana, sobre una persona que no tiene el poder de la palabra y se tiene que enfrentar a la declaración de la II Guerra Mundial", y lo hace, con respecto a la película, de 2010, "en una lengua más poética e imaginaria".

-Acostumbrado a actuar en musicales, ¿qué ha significado dar vida a un personaje como el rey Jorge VI?

-Fue un regalo, ya que casi nunca te dan la oportunidad de hacer papeles tan diferentes a lo que siempre has hecho. Había visto la película y acepté sin pensarlo. Luego, al leer el guión, en una lengua mucho más poética e imaginaria, pensé que no sería capaz de hacerlo. Es una historia de superación humana, sobre una persona que no tiene el poder de la palabra y se tiene que enfrentar a la declaración de la II Guerra Mundial, y yo tengo que lograr que el público se crea al personaje y la historia. Me parecía y me sigue pareciendo muy complicado. La de hoy, en Oviedo, será la última función de la gira, después de un mes de parón... Estoy muerto de miedo.

-¿Qué le asusta tanto?

-No se trata del texto ni del pánico a quedarme en blanco, sino de la composición del personaje. Cuando llevas mucho tiempo sin hacer una función, el miedo se multiplica. La memoria emocional perdura, pero hay que recordar otra vez el tartamudeo, desde dónde llega...

-¿Ha recibido clases de logopedia para aprender a simular el tartamudeo?

-No, al tener el tartamudeo diferentes causas, desde fonológicas o un bloqueo emocional o en el estómago, por ejemplo, preferí no recibir ninguna clase. Opté por probar cómo tartamudearía yo si mi problema fuese de verdad. No quería fijarme en nadie. Quise hacer mío el tartamudeo para que resultara más real.

-¿Cómo llegó a la fórmula definitiva?

-En realidad, cada función es una fórmula. Hay momentos en los que el tartamudeo debe ser muy estricto por exigencias del guión, pero otras veces me gusta cambiar: tartamudear en la "T" o en la "P", o decidir si me quedo bloqueado y no puedo decir la "P" o bien la repito veinte veces antes de terminar la palabra. Normalmente, me viene de un bloqueo desde el estómago, así que tengo que controlar las comidas: como haya comido un salmorejo, no me salen las palabras... Lo paso fatal.

-¿Qué le ocurre con el salmorejo?

-Debo evitar comer cosas pesadas, que me impidan cerrar la boca del estómago. Por lo menos, una hora y media antes de cada función, no puedo comer y, si como, tiene que ser algo súper ligero. En musicales como "Hoy no me puedo levantar" o el de Sabina ("Más de cien mentiras"), no tenía ese problema. Eran funciones de cuatro horas y media. Aunque me metiera un bocata de panceta, estaba claro que lo iba a quemar.

-Ahora que se cierra "El discurso del rey", ¿le gustaría seguir haciendo teatro en esta línea o prevé volver al musical?

-Me gusta mucho contar historias, sea el género que sea. El musical -cantar- me encanta, pero llevo once años haciéndolo y es agotador, sobre todo, si, como yo, uno tiene la suerte de poder compaginarlo con trabajos audiovisuales. Te vas haciendo mayor y empiezas a ver que lo que hice hace dos años, combinar la interpretación en "Hoy no me puedo levantar" con la serie "Velvet", era una locura. Aunque me encantaría participar en algún musical clásico, como "El fantasma de la ópera".

-¿Es muy diferente el modo de actuar en teatro y en televisión, en series como "Velvet"?

-Sí, lo veo diferente, aunque en el fondo se trata del mismo juego: actuar con distintas reglas; y actuar no deja de ser contar historias. Cuando empecé a hacer "El discurso...", me di cuenta de que asistía un público muy crítico, muy fiel al teatro. Eso me generaba algo de miedo, pero, al final, decidí no condicionar mi modo de actuar; hacerlo como yo soy. Aunque interpretas para la gente, creo que el público espera que lo hagas desde tu punto de vista, con tu áurea, tu físico... En este caso, partía con el hándicap de que no estaba contando una comedia. En "Velvet", vengo de hacer un papel entrañable, que despierta muchos comentarios, al que todo el mundo tiene cariño. En "El discurso...", tenía que luchar contra eso: tratar de que la gente no se riera conmigo, ni de mí, cuando empezaba a tartamudear. A veces, se ríen, pero, a los veinte segundos, se dan cuenta de que no tiene sentido hacerlo.

-¿Qué se lleva de haber trabajado junto a actores como Roberto Álvarez, Ana Villa, Lola Marceli...?

-Ha sido un regalo. Es gente que ya tiene un gran bagaje y he aprendido muchísimo de ellos. Nunca dejas de aprender.

-¿Da un poco de morriña bajar el telón de "El discurso del rey" llegado el fin de gira?

-Sí, sobre todo, me hubiese gustado que la vida de "El discurso..." hubiese tenido un final más largo, que hubiésemos podido volver a actuar en Madrid. Pero hemos tenido una gira maravillosa; ha sido un gran viaje profesional y personal.

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