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La ciudad como excusa para crear

Murillo reúne las obras de 10 artistas bajo el título "Momentos urbanos", una muestra en la que los límites sólo los pone el espectador

Arriba, escena colorista de Javier Castrillo. Sobre estas líneas, la abstracción de Luis Repiso. IRMA COLLÍN

Edificios altos, semáforos que nunca apagan su luz, calles abarrotadas de coches, aceras con peatones que buscan la forma de sortearse y gris, mucho gris. Eso es lo primero que se le vendría a cualquiera a la cabeza si tuviera que dibujar una escena bajo el título "Momentos urbanos". Pero si uno es creativo, artista con todas las letras, todo lo que sea directamente proporcional al concepto ciudad será solo una excusa para empezar a crear. Y eso es lo que ocurre en la exposición colectiva que presenta hasta el 28 de julio la galería Murillo de Oviedo. La visión de 10 artistas que, a partir de este título, han desarrollado obras de arte con diferentes técnicas ligadas a su particular concepto de lo urbano. Y el resultado no tiene límites, salvo los que marque el espectador. Desde la fotografía digital hiperrealista de Leticia Felgueroso, hasta las esculturas figurativas invadidas por los juegos de reflejos y la contraposición de planos de Marta Sánchez Luengo; pasando por los bodegones contemporáneos de Martín Burguillo y las pinturas de dos clásicos de Murillo, Luis Repiso y Javier Castrillo.

Repiso utiliza en sus pinturas volúmenes y figuras geométricas que podrían asemejarse a una construcción urbana, pero ese no es su objetivo. "Me interesan más los espacios, ir más al concepto, a lo minimalista", afirma. Hace unos años cambió el realismo por la abstracción geométrica, y ahora da un paso más. Juegos de texturas, líneas y figuras que ocupan las manchas monocolor, con el azul como protagonista, y que son salpicadas por una explosión de color, que hace comprender su paso del óleo al acrílico. "Refleja un canto a la esperanza. El cambio en mi obra lo marcaron las noches que pasé en el hospital con mi hija enferma hace una década. De ahí las luces, las sombras, la geometría. Pero se recuperó totalmente y eso se transformó en color y alegría".

Eso mismo es lo que transmiten las pinturas de Javier Castrillo. Escenas cargadas de fantasía que se desarrollan en un aparente mundo real y que vuelven a poner sobre la mesa razonamientos sobre la comunicación y su ausencia. Sus figuras de aspecto delicado e intensidad de color están en el espacio urbano, "pero es un fondo que les envuelve de manera fría, no participa en la historia", afirma. Son ciudades ciegas, casi sin ventanas, vacías y poco acogedoras. "Quizás es como las veo yo ahora", explica. Con una omnipresencia de animales en sus óleos, "me di cuenta hace poco de que siempre los pintaba", envuelve al espectador en un mundo mágico de azules y rojos que toca directamente el corazón.

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