"Quiero traer a mis padres a España, así podrían comer lo que quisieran. Mi padre es mecánico y me gustaría que viniera aquí a estudiar y curarse los dientes". Éstas son palabras de Saad Gmdi, uno de los 256 niños saharauis que pasarán los meses de julio y agosto en Asturias gracias a la iniciativa "Vacaciones en paz", que promueve la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui. Los pequeños se muestran encantados de estar en España. "Aquí nos tratan genial, nos dan todo lo que queremos", dice Ahmed Mohamed, durante la recepción que ayer les dispensó el Ayuntamiento de Oviedo a él y a sus compañeros.

"Allí no podemos comer todo lo que nos apetece, pero jugamos en la arena con los amigos y lo pasamos muy bien", comenta Saad sobre su vida en el Sahara. Los padres de acogidas están felices por tener unas semanas a los muchachos, que son conscientes de los privilegios de los que gozan en España, "Lo comparten todo, y con cualquier cosa son los más felices del mundo", dice Carlos de la Parte, uno de los padres de acogida que lleva seis años participando en el programa.

"Lo que más me gusta de España es la piscina, y el fútbol", afirma Ahmed Baba, un joven saharaui aficionado al Real Madrid, cuyo ídolo es Cristiano Ronaldo. Sin embargo, sus aspiraciones profesionales van en otra línea. "Me gustaría vivir en España y trabajar como bombero", dice añade Ahmed. El deseo de establecerse en España es un factor generalizado, a pesar de ello no lo harían sin sus seres queridos. "Tienen un gran sentido de pertenencia a la familia, cuando se acerca el final del verano cuentan los días para volver con ellos", comenta Carlos de la Parte.

Otro de los aspectos que más llaman la atención es el nivel de dominio del castellano que tienen los niños. "El primer año que vine tuve mucha suerte y me acogió una familia de profesores. Ellos me enseñaron muy bien", explica Saad mientras juega con sus compañeros. Tal es el nivel, que incluso se anima con un una reivindicación. "Nuestra tierra nos la quitó Marruecos, estamos en la ruina por su culpa. Era una tierra libre y rica. Ahora no tenemos nada, pero los niños de allí somos inteligentes, y conseguiremos que vuelva a ser la mejor", afirma con contundencia.

Entre tanto, los chiquillos jugaban en la sala de plenos del ayuntamiento de Oviedo, encantados con el inicio de unas vacaciones que para ellos suponen "un premio" por su rendimiento en la escuela. Al despedirse, algunos como Aliah Acle no podían contener su entusiasmo. "Ya tengo ganas de ir a la piscina", sentencia sonriente.