"Me pueden decir que soy un tío vehemente, con un par de narices, pero soy el tío más sensible del mundo y un cachondo". Así se definió Agustín de Luis, el jefe de la Policía Local de Oviedo con cuatro alcaldes (Luis Riera, Antonio Masip, Gabino de Lorenzo y Agustín Iglesias Caunedo) durante el largo encuentro que mantuvo ayer con LA NUEVA ESPAÑA en su piso de Salinas antes de entrar en la prisión de Villabona para cumplir una pena de dos años y siete meses de cárcel por paralizar un atestado.

Cuesta un par de minutos que el que vehemente policía -rasgo que quizás adquirió durante su paso por la brigada político social franquista- y que fuera uno de las personas más poderosas de la capital del Principado, abra la puerta. Lo hace sin asomar la nariz, resguardándose para evitar fotos inconvenientes y luciendo un envidiable moreno que puede verse gracias a su cómodo atuendo veraniego (polo y bermudas). De Luis sabe que bajo su ventana -situada en un noveno piso desde el que se tiene una vista privilegiada de la playa de Salinas- acampan fotógrafos y cámaras de televisión esperando el momento para captar su salida hacia Villabona.

Por allí, aunque en un discreto segundo plano, también hay un coche camuflado de la Policía Judicial de la Guardia Civil a la espera de "cazar" al exjefe de la Local ovetense para conducirlo a prisión. Hay quien cuenta hasta cinco agentes de paisano. También pasa de vez en cuando un Nissan Patrol de la Benemérita. Pero De Luis no quiere ser presa fácil. Y así se lo hace saber a un capitán del Cuerpo en conversación telefónica. "Al Rubín no me lleváis, no me lleváis", brama De Luis. El policía jubilado quiere llegar a Villabona por su propio pie y no previo paso por el cuartel que la Guardia Civil tiene en Oviedo. Y lo quiere hacer principalmente por dos cuestiones: una de orgullo profesional y otra de carácter personal.

La primera se debe a que el cuartelillo de la Benemérita comparte medianera con el cuartel de la Policía Local carbayona donde durante tres décadas De Luis lo mandó todo. El antiguo jefe de seguridad ciudadana no desea que quien le quiere en el Rubín le vea en esa situación. La segunda se centra en que no quiere hacer que su familia -una de sus hijas llega hoy de Canarias- se desayune con imágenes de este salmantino de Mogarraz entrando en un furgón en Villabona como un quinqui cualquiera.

Hasta aquí el "tío vehemente". El "tío cachondo" aparece constantemente, a veces con ironías que encenderían a la feminista más moderada. De Luis intercala durante sus cargas de profundidad contra todos -jueces, antiguos subordinados... (hace algún inciso para defender la figura del fallecido fiscal del Principado Gerardo Herrero)- ofrecimientos de un refrigerio. "Tengo ahí jamón, hay que comerlo, que no me lo voy a llevar para hacer un 'brunch' en el 'trullo'", bromea.

Con una bicicleta estática a sus espaldas, De Luis trata de centrar la conversación en defender su inocencia tirando del Cógido Penal, que se ve muy trabajado. "Voy a demandar a todo el mundo", insiste. "Voy a ejercer como mi propio abogado", afirma, "viendo lo que hay por ahí seguro que lo hago bien", sentencia con una idea en la cabeza: "Al Rubín no me lleváis, no me lleváis".