"Nos conocimos en 1939, tenía 17 años, tan sólo era una niña". Así comienza el emocionado relato de María Fernández, de 94 años, casada desde hace 69 con José Manuel Bernardo, de su misma edad. "Después de conocernos en una boda, y declararme, tuve que ir durante cuatro años a los Pirineos con la Policía Armada; ella me esperó y al volver nos casamos" explica José Manuel Bernardo.

Ésta es la historia de un amor que supera el desgaste del tiempo y toda dificultad, que se mantiene vivo ante cualquier circunstancia. "La guerra, y la posguerra fueron épocas de pasar mucho hambre, y para mí especialmente, al perder a mis hermanos", confiesa María. Todo se hace más fácil con el apoyo de José Manuel. "No podríamos vivir el uno sin el otro", apunta José Manuel.

Viven solos en Oviedo, en un pequeño piso de la Losa. "Son totalmente independientes, todos los días salen a tomar un café y hacer la compra. Incluso hacen la comida y limpian", señala su hijo Manuel Bernardo, orgulloso del magnífico estado de salud física y mental que conservan sus padres a pesar de la avanzada edad.

A pesar de haber vivido épocas oscuras de la historia de España, ambos reconocen que echan de menos el pasado. "Añoro los tiempos de antes", señala la mujer. "Antes se respetaba a los mayores y la autoridad, todo era más sencillo. Podías caminar por el Campo San Francisco de extremo a extremo y a oscuras", precisa su marido, en alusión a "la falta de valores y de seguridad" que aprecia en la actualidad. "Tampoco hay interés por la historia ni por la cultura. Por ejemplo, mucha gente no sabe que España tiene una villa en Francia", añade, en referencia a la villa de Llivia, en la que estuvo durante su época en la Policía Armada, situada cuatro kilómetros más allá de la frontera francesa.

Ambos se muestran poco partidarios de algunos estilos de vida actualmente vigentes. Mantienen su propio ritmo al margen de la "loca" sociedad que les rodea. José Manuel Bernardo y María Fernández son testigos de varias décadas de historia. "Recuerdo la guerra en Camuño, donde nací, hubo grandes combates con las tropas que llegaban de Galicia... todo eso ha quedado muy atrás", relata José Manuel. Coinciden en señalar a sus hijos como la principal alegría de su larga vida. " Lo mejor que me ha pasado fue el nacimiento de nuestros hijos", comenta María. El hecho de haber podido darles una educación universitaria, y una buena vida muy alejada de las dificultades de su juventud, es para este veterano matrimonio un motivo de particular orgullo.

A pesar de la enorme entereza mental, les resulta imposible no emocionarse al revivir algunos momentos, pero siguen adelante con una sonrisa en el rostro, enamorados y cogidos del brazo, con la mirada de alguien que contempla al amor de su vida.