Hay jubilaciones que abren paso a una segunda vida, casi a una nueva vocación profesional. Pedro Quirós Corujo (Oviedo, 1933) vive una de esas mutaciones. Psiquiatra, hijo de psiquiatra, padre de psiquiatra, se dedica a las manzanas con el mismo entusiasmo -hay quien dice que con más- que durante lustros impulsó su trabajo con los enfermos mentales. Hace poco más de un mes, recibió el premio al mejor productor del año que otorga el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida "Sidra de Asturias". Motivos, al menos cuantitativos, hay de sobra: el año pasado recogió casi 80.000 kilos de manzana.

"Siempre me ha gustado la naturaleza. Cacé y pesqué mucho. He pateado los ríos y los montes de Asturias. Y luego surgió la oportunidad...". Así explica Pedro Quirós su pasión por la huerta. Lo que llama "la oportunidad" es una casona, acaso del siglo XVII, emplazada en Valsera, concejo de Las Regueras, cerca del Escamplero. Una tía de su mujer les regaló el vetusto edificio, que por el medio había sido la escuela del pueblo. La estructura estaba en razonables condiciones. En los relatos de Pedro Quirós siempre hay hallazgos sorprendentes, en este caso una gran pila de madera de castaño "que me costó cinco mil pesetas". Esa madera luce en suelos, paredes, estanterías... y en el espléndido corredor de la casa.

Fue hace 42 años cuando Pedro Quirós y su familia dejaron Oviedo y se trasladaron a Valsera. Fue la primera residencia del pueblo que dispuso de traída de agua. "Tenemos seis hijos. Una casa en el campo era una buena opción. Estamos al lado de Oviedo y vivimos en una aldea", explica Marta Menéndez de Luarca, esposa del psiquiatra. Comparte muchas cosas con su marido, pero no la afición a las manzanas. "Me parece muy bien que se entretenga", se limita a señalar, entre risas.

La pomarada vino después. Está situada a kilómetro y pico, donde Pedro Quirós descubrió un pinar, lo compró, cortó los pinos y adquirió más parcelas hasta completar seis hectáreas y media. Una finca que recorre en su vehículo todoterreno a una velocidad más que discreta y con las ramas golpeando la luna delantera y los laterales.

Nada fue fácil. Asesorado por amigos expertos, los experimentos iniciales fueron un fracaso. No se rindió, y hoy cultiva con éxito seis variedades de manzana: xuanina, regona, verdialona, durona, de la riega y collaos. Todas con denominación de origen. Pero la cosa no acaba ahí. En la huerta hay kiwis, verduras, cerezos, caquis... "En los bordes hemos plantado acantos para que los pájaros puedan guarecerse de los depredadores", explica el doctor Quirós.

Incapaz de dejar el cerebro en reposo, apunta ideas y criterios: "Se pretende que la sidra asturiana sea declarada Patrimonio de la Humanidad, pero la realidad es que sidra la hay en muchos sitios. Lo que es exclusivo de Asturias es el escanciado de la sidra; eso es lo que hay que declarar Patrimonio de la Humanidad".

El psiquiatra intuía que una pomarada tan grande podía causar recelos en un pueblo tan pequeño y con abundantes deficiencias en el suministro de agua. "Sabía que dirían que el gasto es desproporcionado, y por eso decidimos construir una balsa". Tampoco esta tarea resultó sencilla, en un suelo calizo en el que la piedra aparece en cuanto se profundiza un par de metros. Pese a todo, la balsa, con una capacidad de 150.000 litros, es hoy una realidad. "Con la lluvia se llena varias veces al año", señala.

A sus 83 años, el psiquiatra ovetense disfruta de una estupenda lucidez mental. Sigue atendiendo pacientes en la clínica que fundó su padre, Pedro González-Quirós Isla, que él mismo regentó durante décadas y que ahora dirige su hija Micaela González-Quirós Menéndez de Luarca. Va por allí casi todos los días de la semana. "Leo mucho y escribo. Tengo casi terminada una historia de la psiquiatría en Asturias. He recopilado una documentación inédita tremenda".

Cualquiera que conozca a su autor sabe que ese libro generará polémica. En sus páginas no faltará un análisis de la reforma de la salud mental que supuso la clausura del antiguo Hospital Psiquiátrico y la consagración de la denominada "psiquiatría comunitaria", que viene a preconizar que el contexto más adecuado para que el enfermo mental se cure es la calle y su entorno familiar y social. Pero esto lo contará mejor Pedro Quirós, en el tiempo que le dejen libre sus incursiones por la gran pomarada de Valsera. En el tiempo que le regale una jubilación muy bien aprovechada.