La sidra pasó a un segundo plano ayer en Gascona para dejar sitio a embutidos, quesos, bollos preñaos, bisutería y otros tantos productos artesanos y gastronómicos en el "Mercáu de la Gascuña", que se celebra el primer domingo de cada mes. Bajo un sol de justicia, las terrazas, donde pinchos y culinos se repartían a partes iguales, se entremezclaron con los pequeños puestos artesanos en el bulevar de la sidra. Además, los globos conmemorativos de la feria que distribuían los puestos inundaron el centro de Oviedo de corazones verdes.

Los productos de la tierra son los mayores atractivos de este mercado, en el que se puede comprar desde queso de Gamonéu hasta bisutería hecha a mano, pasando por verduras y hortalizas ecológicas. De esta manera, la calle se convirtió ayer en un hervidero de gente que iba de puesto en puesto curioseando, probando y comprando todo tipo de artículos. "La Feria de Muestras de Gijón y las fiestas nos hacen competencia", señaló Isabel Martínez desde su tenderete de abalorios artesanos. De todos modos, los turistas, atraídos por el producto típico y la fama del bulevar, se convirtieron ayer en los compradores estrella del mercado. "Hay gente de Oviedo que es clientela fija, pero los que vienen de fuera compran también aquí", comentó la vendedora.

Así, familias como la de Fernando Mateo, de Murcia se acercaron a Gascona atraídas por el ambiente del mercado. "Conocíamos la calle por sus sidrerías, pero nos topamos con el mercadillo de casualidad y decidimos comprar algo típico", apuntó el turista mientras compraba unos bollos preñaos en el tenderete de una panadería regentado por Lluna Chups. Los puestos gastronómicos saben que ese es su fuerte, y por ello ofrecen pequeñas muestras para tratar de convencer a sus clientes. Por ejemplo, Xavier Fernández, que deja a los clientes probar los arándanos que vende, usa un reclamo añadido muy particular: un pequeño árbol de arándanos que expone en su mostrador. "Es un bonsai decorativo, pero a la gente le llama mucho la atención", explicó.

Los ovetenses que decidieron hacer frente al calor también se animaron a acercarse al mercado, como Cristina Díaz. "Es una iniciativa muy buena, anima mucho la ciudad", señaló mientras compraba un colgante para su hija Irene. "Aquí se venden productos artesanos auténticos, que llevan un gran trabajo detrás", destacó.

Y no solo las manufacturas tienen éxito. Los alimentos ecológicos también son un punto fuerte de esta peculiar feria. Pimientos, pepinos, calabacines y tomates son algunas de las hortalizas que lucen en el mostrador del puesto de Fernando Álvarez. "Al principio la gente desconfía un poco del producto ecológico, pero es algo que está en crecimiento ahora mismo", señala el agricultor. Álvarez, cuyo negocio está en Posada de Llanera, cree el mercado es una buena plataforma para dar a conocer este tipo de alimentos, "sobre todo en estos meses que la huerta está en pleno apogeo".

En general, los comerciantes se mostraron satisfechos por la evolución de este mercado. "Esto va in crescendo", dijo Isabel Vázquez, cuyo puesto lleva ya varios meses en funcionamiento. Los que se estrenaron ayer, también valoraron positivamente la feria, como Paola León, que ofrece joyas limpiadoras electromagnéticas. "Es un producto diferente, que llama mucho la atención, pero está teniendo una buena acogida", comentó. Algunos, como Xavier Fernández, que ya participó en la pasada edición, señalaron que el mercado debería seguir creciendo en los próximos años. "Cada año viene más gente, lo ideal sería llenar de puestos el último tramo de la calle, se queda muy vacía", sentenció el vendedor.