Los robos por el método de "bumping" o "rompellaves" han desatado la psicosis vecinal ante el temor a sufrir un robo en casa y han triplicado la carga de trabajo de los cerrajeros, que acuden día sí y día también a cambiar la cerradura de los pisos de medio Oviedo. La ciudad está sufriendo una oleada de asaltos de una banda de ladrones especializados en entrar en un domicilio en menos de 30 segundos sin dejar huellas para llevarse oro, joyas, dinero o dispositivos digitales, rara vez objetos de grandes dimensiones o electrodomésticos. Desde junio, Ciudad Naranco, Pumarín, Vallobín y La Corredoria son los barrios más afectados por los robos.

"En veinte años de trabajo jamás habíamos visto tantos asaltos a viviendas de este tipo. La virulencia es tremenda y hace que una de cada tres personas quiera cambiar su cerradura" . José Manuel González es el director de la empresa de cerrajería "Aperkey" con sede en Oviedo, Gijón y Avilés. En los dos últimos concejos, su empresa mantiene la demanda habitual por estas fechas, pero en la capital asturiana se ha disparado. Lo mismo opina Fernando Cantora, de la cerrajería "Trasgu", en la calle Aureliano San Román, y que tiene lista de espera de clientes. "No damos abasto porque la gente está aterrorizada y pide el cambio de bombín o mejorar la seguridad de su puerta en un sólo día". El responsable de esta cerrajería carbayona explica que "antes te pedían una cita, les dabas el presupuesto y luego se lo pensaban, mientras que ahora lo aprueban sobre la marcha y quieren que se lo instales ya". Es más, consulta su cuaderno de trabajo y calcula que en una semana normal, "sin 'bumping' de por medio", sus trabajadores solían hacer 60 servicios, pero en pleno agosto ha anotado casi 200 salidas.

Según los profesionales del sector de la cerrajería, las compañías aseguradoras de viviendas en Oviedo les están pasando partes a destajo por robo. "Es tal la carga laboral que tenemos, desde los servicios a domicilio, hasta descolgar el teléfono, que estamos contratando personal. Quién lo iba a decir en plena temporada de verano", comenta Cantora.

El servicio más demandado es el cambio de bombín o cilindro de la cerradura por otro a prueba de ladrones o "antibumping". El precio oscila entre 150 y los 170 euros, con el IVA aparte, y la instalación incluida. El segundo es la instalación del bombín y de un escudo acorazado protector, que supone añadir el pago de otros 80 o 90 euros más. Y por último, está la medida más cara, pero de alta seguridad que es el cambio de puerta por otra acorazada desembolsando entre los 1.600 y 1.800 euros, según las marcas y calidades. "Lo principal es cambiar el bombín de la cerradura porque es lo que atacan", aclaran los cerrajeros, que además aseguran que el primer objetivo de la banda del "bumping" son los edificios de menos de doce años. Las viviendas de estos inmuebles son de serie, es decir, que todos los pisos tienen el mismo sistema de cerradura. Las llaves son diferentes, pero el cilindro interno es el mismo, por lo que una vez que los ladrones entran en una pueden hacerlo sin problemas en el resto.

La técnica "bumping" - cuyo origen se remonta a los cerrajeros de Dinamarca de los años 70, pero que no se empleó para robar hasta el inicio del nuevo milenio- consiste en insertar una llave en la cerradura y golpearla con un objeto, consiguiendo que las piezas o pistones se separen y se libere el giro de la llave. En realidad, recibe el nombre inglés de "bumping", que es algo así como "golpeteo", y que consiste precisamente en eso, aunque con variantes. El ladrón consigue entrar en los domicilios sin forzar la puerta ni dejar marcas y puede hacerlos de dos maneras en caso de que el propietario tenga una cerradura estándar. En primer lugar, puede introducir una llave sin muescas y golpearla suavemente con un objeto (un martillo o un destornillador es lo habitual) hasta que los cilindros del engranaje se desplacen y hagan de forma automática el giro de la llave. La segunda fórmula también consiste en introducir en la cerradura una llave maestra sin marcas recubierta de papel de aluminio. Luego, el caco le da pequeños golpes hasta que las marcas de los pistones del engranaje quedan marcados. Así, podrá hacer una copia de la llave que abrirá la puerta a la perfección.

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