Un vasto complejo de edificios convertido en un escenario fantasmagórico. Ésa es la mutación sufrida por el centro hípico municipal El Asturcón. Esta impresión se confirma nada más llegar al parking, tiempo atrás abarrotado por los automóviles de quienes se acercaban a diario a cuidar de sus caballos, entrenar o participar en los cursos que se impartían. Las cuadras, cada vez más sucias y peor conservadas, contribuyen a acentuar esta sensación.

El Asturcón es hoy un "pueblo fantasma", a juicio de una de las poquísimas moradoras que queda en el recinto emplazado en Villapérez. La pista blanca por la que los corceles galopaban elegantemente ha perdido su color en favor del verdín. Está plagada de agujeros, zarzas y baches. Hace pocos años se habían invertido en su mejora unos 50.000 euros. "Es una pista espectacular, de las mejores de España, si se dedica una mínima partida a su mantenimiento. Sólo daba problemas unos veinte días al año, cuando llovía mucho", explica Enrique Saiz, uno de los propietarios de caballo que sigue en el complejo a la espera de que los jueces se pronuncien sobre el recurso contra el cierre que han presentado varios de los antiguos usuarios del Asturcón.

El viento se lo ha llevado todo. Mejor dicho, casi todo: apenas queda media docena de caballos, cuyos ojos parecen brillar recordando a sus compañeros de establo. Tras la marcha de la empresa dedicada al cuidado de los animales y las instalaciones, son sus dueños quienes les proporcionan compañía y atenciones. Aún peinan sus crines y enceran sus pezuñas, y rememoran sus tiempos de gloria, cuando competían en el hipódromo, cuando el abandono aún no se vislumbraba.

"Janko", un caballo negro y muy nervioso, tiene una historia particular. Sus ojos denotan que no entiende nada de lo que sucede a su alrededor. Y lo que ha sucedido, comentan algunos veteranos del lugar, es que su propietaria lo llevó hace unos años al Asturcón para que los expertos tratasen de domarlo, y tiempo después la mujer tuvo un problema con la justicia y desapareció del mapa. Janko pertenece oficialmente al Ayuntamiento, pero una persona se ocupa voluntariamente de proporcionarle unos cuidados básicos.

La estatua del portentoso Asturcón, raza que dio nombre al complejo, está más sola que nunca. Casi tanto como aquéllos que aún se resisten a abandonar las cuadras a pesar del inminente cierre. Muchos aún no saben dónde ubicar a sus caballos. Únicamente la asociación Equitación Positiva continúa su actividad en las instalaciones ovetenses. En medio de la nada casi absoluta, los profesionales de esta organización siguen ejerciendo su labor terapéutica con personas afectadas por discapacidades mentales y físicas.

Algunos caballos, como "Robin", ya han hallado acomodo fuera del complejo. Otros esperan encontrarlo pronto. A pesar de la agonía en la que está sumido el centro ecuestre, de la nostalgia por aquellos tiempos en los que albergaba casi 350 caballos, para muchos de sus usuarios -personas y animales- nunca caerá en el olvido.

"Se llama 'Robin', y lo tengo desde 2006", relata Rocío Álvarez, una de las usuarias que tiempo atrás tenía sus caballos estabulados en el centro ecuestre municipal El Asturcón, pero a la que el cierre ha obligado a buscar una nueva morada. "Robin" es un precioso corcel blanco, con un porte imponente, especializado en saltos, que ha tomado parte y continua compitiendo en múltiples concursos ecuestres a nivel regional y nacional.

"Robin" ha encontrado cobijo muy cerca, a pocos metros, en el castillo de La Torre, ubicación que ha sustituido al Asturcón, donde pasó siete años bajo la supervisión de su dueña. A pesar de encontrarse en las proximidades del centro donde transcurrió tantos años, Rocío Álvarez debe buscarse las habichuelas para poder preparar al caballo para las competiciones. Sobre todo, teniendo en cuenta el estado de abandono de la pista donde solía entrenar. "Actualmente entrena en los prados aledaños. No me queda otra si quiero que esté medianamente preparado para los concursos", explica la amazona.

Las dificultades y la tristeza por la situación en la que se encuentra El Asturcón no evita que Rocío Álvarez y "Robin" paseen juntos en torno a unos establos que les traen magníficos recuerdos. "Estábamos todos muy unidos, esto era como un pueblín", rememora nostálgicamente Álvarez, a lomos de su corcel en lo que puede ser uno de sus últimos paseos por el centro ecuestre.