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La terapia equina, el último bastión

La asociación Equitación Positiva es la única autorizada a permanecer en El Asturcón tras la marcha de los usuarios particulares

Sobre estas líneas, un grupo de pacientes y monitores de las terapias equinas. A la izquierda, Mónica Álvarez, psicóloga de la asociación. irma collín

La asociación Equitación Positiva es el último bastión que queda en pie en el centro ecuestre municipal El Asturcón. Este servicio es el único autorizado por el Ayuntamiento de Oviedo para permanecer en el recinto. "La actividad principal es la terapia, con la que atendemos a unos 120 usuarios, eso es lo principal. Terapia asistida con caballos para gente con discapacidad. Pero además también hacemos deporte adaptado, lo que se llama 'paraecuestre'. Tenemos dos jinetes y dos amazonas que compiten por Asturias, y también salimos a concursos nacionales", explica Yaiza Herrera, una de los responsables de la organización.

El objetivo de estos profesionales de la terapia es ayudar a personas con discapacidades físicas y mentales. "Hay todo tipo de discapacidades. Llevamos muchos años aquí trabajando. Nos avala la experiencia, aunque no somos el mismo equipo que empezó. En general, estamos muy preparados y obtenemos muy buenos resultados, no damos altas ni curamos, pero la evolución de los pacientes es muy positiva en aspectos físicos asociados a problemas cognitivos", señala Herrera.

En la misma línea se manifestaba Mónica Álvarez, la psicóloga de la asociación. "Mi impresión es muy positiva. Vemos resultados de una manera más inmediata que en otro tipo de terapias. Los pacientes no tienen la impresión de venir a una terapia y están muy motivados con los caballos".

¿Qué protocolos se siguen? "Nosotros emitimos informes trimestrales a los padres. Hay adultos también. Somos bastante rigurosos. En España no hay una norma que haya que seguir. Pero intentamos que todos nuestros trabajadores sean profesionales del sector sociosanitario, marcarnos unos objetivos y cumplirlos, que sea algo estricto".

La situación actual del centro ecuestre ha complicado la labor de los profesionales de la asociación. "Personalmente me causa mucha pena, nosotros perdimos la parte de integración. La gente venía a terapia y se integraba a las personas con discapacidad en un entorno distinto a los lugares terapéuticos habituales. Son unas instalaciones muy buenas y me da pena que haya que derruirlo y gastar dinero para poner otras", apunta Herrera. Mónica Álvarez coincide: "La integración se ha frenado al estar vacío. Aquello era muy positivo, esa parte ya la hemos perdido, y será complicado recuperarla", sentencia.

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