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Los cultivos del Paraíso

El árbol de la seda

Un ejemplar de albizia. lne

Acompañado por una copa de coñac y un puro, no era de siestas y prefería disfrutar de esos placeres que hacia tiempo le habían sido prohibidos. Y es que, en la ultima revisión, el médico se había puesto un poco serio y ya saben como va esto: lo primero que prohíben son esas pequeñas cosas que dan sentido a la vida. De vez en cuando se daba un capricho, el puro lo había cambiado por un entrefino, que era algo más light, pero lo que no perdonaba era la copa de coñac, mojaba los labios y se deleitaba, lo bebía a pequeños sorbos, disfrutando en todo momento. En el bar ocupaba siempre el mismo sitio, salvo en verano, que cogía su coñac y salía a la terraza, y a la sombra de unas albizias no muy frondosas hacía tiempo, hasta que empezaba la partida. Aquello era vida.

De nombre científico "Albizia julibrissin", debe su nombre común a la forma de la flor tan característica, finos estambres matizados en color rosa que dan la sensación de ser hilos de seda. También se le suele conocer como "acacia de Constantinopla", "acacia persa" o simplemente "Albizia", entre otros. A pesar de ser originaria de Asia, más concretamente de las zonas subtropicales, desde que llegó a Europa, allá por el siglo XVIII, se ha adaptado sin problema a nuestro clima, incluso llegando a soportar fuertes heladas. Enamorada de la luz, la albizia no se conforma con cualquier lugar, lo ideal es situarla a pleno sol, pero si no disponen de zona soleada en el jardín no sufran: a la sombra crece exuberante. El cultivo siempre en terreno con un buen drenaje, simplemente eso, que por lo demás lo aguanta todo, incluso zonas próximas al mar. Los primeros años sí que es importante controlar el riego, no olvidándonos de hacerlo sobre todo en épocas muy calurosas. Luego, con el paso del tiempo, desarrollará un sistema radicular que le ayudará a buscarse un poco la vida en cuanto a nutrientes y humedad. El abonado es sencillo, pues al pertenecer a la familia "fabaceae", fija el nitrógeno atmosférico gracias a las bacterias pertenecientes al genero "rhizobium" que se encuentran en la raíz, así que sólo será necesario abonar en épocas de floración.

Esta suele suceder por lo general en primavera y verano, y se caracteriza por unas peculiares flores en tonos rosas y malvas capaces de llamar la atención de cualquiera. Para dar un poco de forma a la copa -aunque ésta crece muy redondeada-, o para eliminar alguna que otra rama seca, se suele hacer una pequeña poda a finales de invierno.

Conseguir una albizia no es un problema. La semilla es el método más habitual y pueden estar al alcance de cualquiera. Lo único a tener en cuenta es que quizás la planta resultante no sea idéntica a la planta madre, y que antes de sembrar han de estar en remojo durante un día. Manteniéndolas a una temperatura constante de unos veinte grados, en un par de meses comenzaremos a ver los primeros resultados. Otra opción es comprar el árbol directamente, pero se pierde emoción, ¿no les parece?

Pocos son los problemas que podemos encontrarnos en su cultivo, pues es muy resistente a enfermedades. Las situaciones más comprometidas suelen ser producidas por insectos, en especial por psillas. Crecen a tal velocidad que conviven al mismo tiempo todos los estadios, chupan la savia y producen gran cantidad de melaza. Es urgente intervenir al mínimo síntoma para evitar que proliferen.

Les aconsejo que tengan siempre en su jardín no sólo plantas con un uso ornamental. La combinación perfecta es que podamos utilizar esas plantas en otros aspectos, y la albizia cumple con ello pues, aparte de maravillarnos con sus flores, éstas pueden ayudarnos a calmar el nerviosismo, la ansiedad, si nos sentimos irritados, o incluso depresivos.

Todo el sistema digestivo también puede verse beneficiado si tenemos algún tipo de dolencia. La corteza elimina los parásitos intestinales, es diurética y ayuda a cicatrizar las heridas. A mí me causa placer pensar que este árbol que viajó desde lugares tan lejanos hasta nosotros pueda ayudarnos en nuestro día a día.

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