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Los últimos chapuzones de Mahmoud Brahim en la piscina de Noreña

De repente, llegó el último verano. Tras cinco años, casi media vida para un niño de 13, Mahmoud Brahim apura sus últimos días, al menos en esta etapa de su niñez, en tierras asturianas. Porque Mahmoud, uno de los 260 niños saharauis que pasan el verano en la región dentro del programa "Vacaciones en paz", ya no podrá retornar el año que viene, al haber superado la edad máxima para participar en esta iniciativa.

En estos veranos noreñenses, Mahmoud se ha quedado con Pedro Redondo y su familia. "El año que viene lo vamos a echar muchísimo de menos, por supuesto. Pero seguiremos en contacto, eso fijo", afirma Pedro Redondo. Cuando se habla de ello en su presencia, el chaval entorna los ojos y en su cara asoma un gesto de disgusto. "Ahora no es como antes, es más sencillo. Tenemos las redes sociales, el whatsapp, el teléfono... podremos mantener el contacto", insiste Redondo. Mahmoud, cavilante, asiente.

Cuando habla en español, el rapaz alarga las palabras. Se nota que le cuesta trazar frases en nuestro idioma, que tiene que traducirlas antes de que su boca las haga realidad. "Lo que más me gusta es la piscina, es mi sitio preferido . Y también jugar en el parque", afirma Mahmoud, al que se le iluminan los ojos cuando habla de zambullirse en el agua.

En Asturias, el niño tiene un programa completo. Cuando no participa en alguna actividad de "Vacaciones en paz", Redondo y su familia le llevan de excursión. "Este verano me han llevado a la Feria de Muestras. Y también hemos visitado León. Pero me gusta más Asturias, es más verde", explica Mahmoud.

Se le nota que disfruta de los viajes, pero nada más que puede se escapa a la piscina. Redondo le ha sacado un bono y entra cuando quiere. Allí se pasa horas, ya sea con Redondo, él solo o acompañado de algunos amigos. Desde Oviedo acuden cada poco a Noreña otros dos niños saharauis que participan en el programa "Vacaciones en paz", Tufa Popa y Said Alí. Al igual que Mahmoud, tienen 13 años, por lo que afrontan sus últimas vacaciones en Asturias, al menos dentro del programa. Y las están exprimiendo, apurando las horas de piscina y tratando de capturar con sus ojos todo lo que pueden de la región. Mientras otros críos de su edad buscan Pokémon, ellos persiguen experiencias.

Sus vacaciones, probablemente sus últimas vacaciones en muchos años, concluirán el 7 de septiembre, cuando se embarquen en un avión y, seguramente con lágrimas en los ojos, se despidan del que ha sido su hogar estival este último lustro. El próximo año, otros niños saharauis ocuparán su lugar. O quizás no, porque los recortes y la crisis también afectan a estas iniciativas.

"Por supuesto que se ha cerrado el grifo. En Asturias estamos más o menos bien, en comparación con otras comunidades, porque todas las ayudas municipales las juntamos y luego distribuimos entre los participantes. Es lo más solidario y eso nos permite pagar el avión a todos", explica Belén Cueva, de "Amigos del Pueblo Saharaui".

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