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Trasplante hepático a salto de obstáculos

El aeropuerto cerrado, un paciente que no sirvió, una llamada urgente a otro enfermo... así se produjo el implante de hígado de un conocido hostelero ovetense

Trasplante en un quirófano del HUCA.

-Tenemos un hígado.

Estas tres palabras pueden encerrar un proceso previsible y lineal, dentro de su complejidad, o un itinerario tremendamente azaroso. En este caso, la respuesta es la b. La llamada telefónica de la Organización Nacional de Trasplantes al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) desató el pasado lunes, día 15, una pequeña odisea que pudo terminar de muchas maneras, pero que afortunadamente concluyó de la mejor forma posible: con un conocido hostelero ovetense que ya disfruta de un órgano nuevo después de ser intervenido en el centro sanitario ovetense, y que dice adiós a la hepatitis que le obligó a entrar en el quirófano.

"En el mundo de los trasplantes, solemos movernos dentro de la dificultad", subraya Lino Vázquez, jefe del servicio de cirugía general del HUCA y uno de los médicos que intervino en un operativo que se dilató bastante más tiempo del inicialmente previsto: terminó durando en torno a 15 horas, hasta primera hora de la tarde del martes 16.

El equipo de trasplante hepático del complejo sanitario de La Cadellada hubo de sortear todo tipo de obstáculos, entre ellos un viaje a Madrid, que se complicó porque en el aeropuerto de Asturias había niebla; un paciente que iba a ser trasplantado, pero que a causa de un problema de última hora no pudo serlo; y una llamada de máxima urgencia a otro enfermo, que a Dios gracias había decidido hacer caso a los médicos y no alejarse mucho de Oviedo, pese a que las fechas -el gran puente festivo del verano- invitaban a darse un garbeo por otras latitudes. De hecho, el hígado llegado de Madrid no estaba pensado para él.

En torno a las once y media de la noche del día de la Asunción sonó el teléfono. El dispositivo de trasplante del HUCA se activó. La primera noticia ya invitaba a pensar que aquello habría que trabajárselo. La oferta del hígado procedía del Hospital La Paz, de Madrid, que pese a su notable prestigio carece de equipo de extracción de órganos. "Hay hospitales que lo tienen y otros que no", indica Benjamín Otero, uno de los integrantes del equipo de coordinación de trasplantes de Asturias. Consecuencia: había que ir a Madrid a por el órgano.

El medio habitual en estos casos es el avión, pero de inmediato surgió el segundo contratiempo: el aeropuerto de Santiago del Monte estaba cerrado por la niebla. Hubo que activar un plan alternativo: ambulancia hasta el aeropuerto de León, donde el equipo del HUCA tomó un avión hasta Madrid. Llegada a La Paz, extracción del hígado y vuelo hacia Asturias, donde ya era posible aterrizar. A eso de las cinco de la madrugada, el ansiado hígado estaba en el Hospital Central.

En paralelo al desplazamiento a la capital de España, otro equipo del centro sanitario ovetense preparaba al paciente que había de recibir el hígado. Los cirujanos abrieron y lo que vieron no les gustó. Las pruebas anatomopatológicas confirmaron que, además de la enfermedad conocida, el enfermo padecía otra que imposibilitaba hacerle el trasplante: equivalía a tirar el órgano a la basura.

El cirujano Lino Vázquez y sus colaboradores se pusieron de inmediato en contacto con la coordinación de trasplantes y se inició la búsqueda de un nuevo receptor. No querían desperdiciar el hígado -un bien muy valioso y siempre escaso- pero no servía cualquier otro candidato a recibirlo. "Tenía que ser alguien compatible con el órgano que teníamos", explican los especialistas. Todo ello tenía que llevarse a cabo en un tiempo muy corto: el hígado no puede estar muchas horas por ahí danzando, sin riego sanguíneo. "Resiste en isquemia más que un corazón, pero menos que un riñón", indican los expertos del HUCA.

Fue entonces cuando sonó otro teléfono. Era, por antonomasia, el teléfono de la esperanza. El de un hostelero ovetense, aquejado de una grave hepatitis, que renunció a pasar unos días de vacaciones con su familia fuera de Asturias con el fin de estar disponible en todo momento para recibir la deseada llamada.

En torno a las diez de la mañana se inició el implante del hígado en su receptor definitivo. A día de hoy, el paciente evoluciona de forma favorable. Nada fue fácil, todo fue azaroso, todo salió bien.

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