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El boom del cachopo reta a la fabada

El auge de esta carne de ternera atrae a los visitantes, que, no obstante, no renuncian a les fabes, reinas de un particular derbi culinario que los hosteleros viven día a día en sus restaurantes

Un paseo a la hora de comer por las sidrerías de Gascona o los restaurantes del Antiguo en fechas veraniegas basta para ser testigo de un duelo gastronómico propio de la Liga de Campeones. Con un termómetro que roza los treinta grados, humeantes ollas de fabada y kilométricos cachopos salen de las cocinas para aterrizar en las mesas de foráneos comensales que no temen ni el calor ni las digestiones pesadas. Todo sea por practicar el noble arte del levantamiento de cuchara y tenedor y, de paso, probar lo más esencial de la cocina tradicional asturiana.

Así es como surge el otro gran derbi regional, ya no en los campos de fútbol, sino en las mesas de los restaurantes. Fabada versus cachopo. Dos platos a priori imposibles de compaginar en un único menú, que plantean una difícil disyuntiva cuando la carta cae en manos de los hambrientos clientes. La promoción turística de la primera la mantiene como la reina de gastronomía regional, pero el auge que ha experimentado el segundo en los últimos años puede llegar a disputarle la corona.

"Eso de que en verano no se pueden comer alubias no se lo cree nadie", comenta convencido Jesús Calero, turista vasco que, junto a su mujer, Elisa Diéguez, no ha querido dejar pasar la oportunidad de probar lo más típico de la gastronomía local durante su visita a la capital asturiana. Su mesa, situada en uno de los locales del bulevar de la sidra, es la perfecta expresión de este debate culinario. Él decidió lanzarse a por un generoso plato de fabada, porque el calor "no me asusta", con un rodaballo para completar el menú. Ella fue directa a por el cachopo, aunque a juzgar por la expresión de su cara, las proporciones del plato, en el que a duras penas queda espacio para la guarnición, la pillaron por sorpresa. "Yo soy más de carne y a él le encantan los platos de cuchara", explica Elisa Diéguez.

Y es que la cuestión reside ahí. Los dos platos tienen un contenido distinto, y por lo tanto, un mercado distinto. "El cachopo tiene éxito tanto entre los turistas como entre la la gente de aquí, mientras que la fabada sólo se vende al que viene de fuera", apunta Lorena Martínez, propietaria de un restaurante en la calle San Francisco. Los ovetenses prefieren la fabada de su casa, pero se atreven con el cachopo del restaurante, que ofrece otros ingredientes y una calidad superior.

¿Cuál es la clave de la creciente moda del cachopo ? "Era un producto más desconocido, pero el marketing que se ha hecho desde los establecimientos y su aparición en el programa de cocina 'MasterChef' le han dado visibilidad a nivel nacional", señala Alberto Álvarez Uría, hostelero de la sidrería de Gascona donde han recalado los comensales vascos. El "boom" que ha vivido este producto hace que se haya convertido en un auténtico reclamo, y a los locales entran turistas que antes de sentarse a la mesa ya formulan una pregunta: "¿Tenéis cachopo?". Es el caso de Raúl Cagigas, que aprovechando una jornada festiva en la vecina Santander, no dudó en acercarse a Oviedo. "La fabada es más pesada para estas fechas, y había oído hablar del cachopo y tenía que probarlo", comenta el cántabro.

Además, iniciativas como las Jornadas del Cachopo o la Guía del Cachopo han servido para darle una mayor promoción dentro de la propia Asturias. Por último, la variedad de embutidos y quesos que se pueden emparedar entre los dos filetes de ternera permiten al hostelero abarcar un espectro de gustos muy amplio. El tamaño de la ración y su relación con el precio acaban por convencer al comensal. "Lo bueno del cachopo es que tiene un componente social, porque es un plato que se pide para compartir", señala la hostelera Lorena Martínez. Compartir es bueno, pero siempre hay algún valiente dispuesto a enfrentarse a medio kilo de cachopo. Por ejemplo, el zaragozano Víctor Martínez Villanueva, aficionado a la gastronomía, quien asegura que vio por televisión el plato y supo que tenía que visitar Asturias para probarlo. "Hay que ir poco a poco", aconseja el joven maño. Sus padres, Javier y Marta, enamorados de Asturias y de su comida, confiesan que aún tienen pendientes otras "delicias" culinarias de la región. "El pote, el pitu de caleya, alguna variedad de queso... cuanto más probamos más nos gusta Asturias", indica Javier Martínez.

Pero, ¿y la fabada? Aunque el cachopo ha irrumpido con fuerza en las cartas de los restaurantes, la fabada mantiene el título de reina de la gastronomía, como una canción clásica de rock que nunca pasa de moda. Y como los viejos rockeros, les fabes y su compango nunca mueren y siguen triunfando en los locales de la ciudad. "Es el plato más conocido y más tradicional", sostiene Emiliano Álvarez, encargado de una de las sidrerías de la calle Gascona. Así, la escena de la cuchara sumergida en una humeante fabada en la que flotan trozos de chorizo, morcilla y lacón, se repite diariamente en los establecimientos ovetenses. "Estaba de paso y tenía que aprovechar para comerme un buen plato", dice David Pérez, de Ponferrada. Aunque confiesa preferir la carne, la clásica legumbre conquistó finalmente su paladar, como el de nuestro turista vasco.

Y es que, en ocasiones, la elección es complicada, aunque parece que no hay nada que los hosteleros no puedan solucionar. Los menús tipo espicha para grupos hacen las delicias de los turistas que buscan abarcar toda la oferta culinaria regional. Sí, hay aventureros del mundo de la pitanza que son capaces de combinar fabada, cachopo, cabrales, tortos y demás de una sola sentada. Y, cómo no, todo ello regado con sidra, denominador común de todas las mesas de la ciudad. Existen testigos de que es posible sobrevivir a todo esto.

Aunque fabada y cachopo se mantengan en la cúspide de la oferta gastronómica, otros platos, más ligeros y adecuados al verano, aparecen también en sidrerías y restaurantes. "Prefiero comer algo más suave y fresco", apunta Benoit Vittek, turista francés que se decanta por el pescado asturiano, "que está muy bueno". Así, el producto de la mar también llega a la capital, y se sitúa como una alternativa a la comida del interior.

La despedida del verano y la vuelta al frío traerán consigo el repunte de la reina, la fabada, pero con el cachopo pisándole los talones. Sólo el tiempo dirá si se trata de una moda pasajera o si en la imagen tradicional de la región se consolidará el constructo empanado de ternera, jamón y queso. Hasta entonces, cubiertos en mano, el debate sigue abierto.

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