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¿Cómo reaccionamos ante el suicidio?

Un fenómeno preocupante de incidencia creciente que a menudo se interpreta como una simple llamada de atención

¿Cómo reaccionamos ante el suicidio?

La próxima semana se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. En unos días, las cifras nos recordarán que en Asturias el suicidio es un problema creciente.

El problema del suicidio es una realidad compleja, que despierta gran curiosidad -los sucesos sobre este tema suelen estar entre las noticias más leídas de la prensa- y que provoca reacciones muy diferentes, pero ¿cómo nos afecta?

Una persona acude a consulta con ideación suicida, o incluso tras un intento de suicidio: la pérdida de control de uno mismo, o de las circunstancias que le rodean, lleva a la desesperación de planificar el fin de su vida. Nunca es por un único motivo y siempre cuesta ver que el suicidio es una acción irreversible frente a una situación que siempre se puede cambiar. El apoyo familiar, social, poder hablar de lo que le preocupa y recibir un tratamiento médico y psicológico adecuado, son requisitos fundamentales para encontrar esa nueva forma de seguir viviendo.

El entorno: es importante considerar la ideación suicida como un problema al que se debe responder con apoyo sanitario. En ocasiones se tiende a no dar importancia o incluso a considerar los avisos como "llamadas de atención". Siempre se debe considerar importante cualquier aviso, escuchando con atención lo que la persona nos quiera contar, ofreciendo nuestro apoyo y acompañarlo a un servicio de atención especializado.

La familia y amigos, cuando una persona ha decidido quitarse la vida, se enfrentan a uno de los duelos más complicados. Al dolor de una ausencia repentina, y en muchas ocasiones temprana, se suma un sentimiento de culpa y abandono. Surge la culpa hacia uno mismo por haber sabido prever lo que iba a ocurrir, y sentimientos ambivalentes porque al cariño que se le tenía a esa persona que se ha suicidado se le suma el rechazo rabia o enfado por lo que ha hecho. Es preciso poder compartir todos estos sentimientos, ser escuchado sin prejuicios, consejos ni valoraciones. Los familiares y amigos de las personas que se suicidan son víctimas de una situación que les deja en una posición muy vulnerable, y en la que el apoyo de su entorno resulta fundamental para recuperarse.

Los expertos en prevención de suicidio y los sanitarios marcan líneas de trabajo a seguir: es importante ofrecer más información para saber cómo ayudar en los casos en los que aparezca riesgo suicida, perder el miedo a hablar del tema porque poder abordarlo sin miedos es un factor protector y poner más recursos para cuidar a las personas afectadas con un plan de prevención adecuado.

Hablemos de esta realidad, perdamos el miedo a escuchar y utilicemos todos los recursos posibles.

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