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Las incursiones de cerdos salvajes en la ciudad

"Ni comida, ni fotos, ni tocarlos", avisa el Ayuntamiento ante la presencia de jabalíes

"Quizá tengamos que recurrir a abatirlos, ya no hay forma de controlarlos", admite el concejal de Seguridad, Ricardo Fernández

Cada mañana, un paseo atento por Oviedo, con el ojo en las zonas verdes, desvela la "juerga" de la noche de los jabalíes, cada vez más habituados a bajar a la ciudad, pasear por sus calles y "fozar" en la hierba. La situación preocupa a los responsables de la seguridad en la capital. "Ni comida, ni fotos, ni tocarlos", avisa Ricardo Fernández, concejal de Seguridad, mientras la Policía Local elabora un plan de actuación que, dice el edil, debe estar listo "en poco más de un mes". Los vecinos se debaten entre quienes reclaman represión inmediata contra las incursiones, la elaboración de censos y un mayor control y los que, comprensivos con los animales, opinan que ellos, en la ciudad se asustan "tanto como nosotros". La senda verde que arranca del Parque de Invierno hacia La Manjoya y Fuso de la Reina es territorio habitual de los jabalíes. Encontrar animales allí no es excepcional, hasta una cierva se ha avistado recientemente. Sin embargo, los cerdos salvajes han dado el salto hacia zonas puramente urbanas. En La Florida y Vallobín aparecen a menudo; en los últimos días se han paseado por Montecerrao y todavía el miércoles por la noche, una mujer estrelló su coche contra un jabalí en el túnel de La Bolgachina. Meses atrás un jabalí llegó hasta Villa Magdalena y, antes del verano, la Policía Local tuvo que ahuyentar a otro en pleno casco urbano.

"Estamos preocupados", admite Ricardo Fernández. "Nuestra mayor preocupación es la seguridad de las personas. La presencia de jabalíes ha pasado de ser anecdótica al día a día de muchos vecinos que, nada más salir a la calle ven los destrozos a la misma puerta de sus casas. El edil de Seguridad ofrece pautas de comportamiento para minimizar riesgos en caso de tropezarse con un jabalí en plena calle. "Por encima de todo, intentar no acercarse, no encararse con el animal, y en caso de tener mascota, que no se enzarce con los jabalíes. Hay que evitar el contacto, no darles comida ni hacerles fotos o vídeos", algo sobre lo que hace especial hincapié. "Estamos en el momento primerizo del fenómeno y muchos aún lo ven como algo simpático, pero hay que extremar precauciones, ya que no sabemos cómo va a reaccionar el animal", aclara. Y pide a los ciudadanos que "siempre" se pongan "en contacto con la Policía para que actúe en consecuencia".

Mientras, el Ayuntamiento busca soluciones, como lo fue hace un par de meses la petición al Principado de que tomase el control de la situación. La guardería rural organizó aguardos en el Naranco, aunque no se abatieron jabalíes. "Estamos hablando con expertos y analizando lo que se hace en otros lugares. Evidentemente, el abatimiento es una de las opciones a las que quizás tengamos que recurrir, pues no hay forma ya de controlar a los jabalíes.

Ninguna posibilidad está descartada y montar de nuevo una serie de aguardos, recurrir a perros o a aparatos que emitan sonidos molestos para los jabalíes, causar detonaciones para espantarlos o simular cacerías, son algunas de las ideas que se manejan en los despachos municipales. Y todo, con las limitaciones que supone para la Policía Local, de carácter netamente urbano, hacerse cargo de un problema así. "Los agentes no tienen armas largas para, en caso de que fuera necesario, abatir a los animales, tendrían que recurrir al arma corta", avisa el edil.

Entre los ovetenses, hay división de opiniones, aunque el temor a que "pase algo", es común. Ayer, en la senda verde del Parque de Invierno, José Luis Alba, pedía más control. "Es normal que estén aquí, ya que se está destrozando su hábitat. Vienen con plena confianza, porque no hay nadie que les tirotee. Pasan por delante de tu casa con total tranquilidad. La solución es complicada, pero pasa por, lo primero, hacer un censo, y luego alguna cacería controlada". Pablo Cepedal. "Habría que organizar batidas en el centro de la ciudad, como se hace en otros países, de noche y con cazadores especializados". Manuel Marcos, otro paseante del mediodía de ayer en la senda verde también optaría por la caza, ya que "se acostumbran a venir, sin ningún tipo de veto, sin que nadie les expulse, sin encontrar resistencia y se van confiando", alega, "habría que intentar cazarlos antes de que lleguen a la ciudad, en el propio Naranco, incluso". La preocupación de Marcos, la comparte Pablo Díaz, quien asegura que "supone un gran peligro, sobre todo para los niños, que pueden acercarse a verlos, acariciarlos o darles de comer. Rodrigo González tiene también su teoría. "No tienen miedo a nada, van incluso por las inmediaciones de la autopista. Es preocupante, sobre todo para los vehículos, que los pueden desgraciar", asegura el ovetense. No es el único que se cruzó en alguna ocasión con estos mamíferos. Crista Ruiz también pudo divisarlos de cerca en alguna ocasión, en la pista finlandesa, una experiencia "realmente bonita, observar la madre con los jabatos".

Hay ovetenses comprensivos con la situación del animal. Ana Vázquez, ve "normal que vengan buscando alimentos. Ellos están igual de asustados que nosotros o incluso más, si te los cruzas suele huir, no suelen ser peligrosos, pero estando necesitados como están nunca se sabe". Luis Fernández, por su parte, defiende que "se está contando todo como que es muy negativo y alarmante, y realmente no hay tanto peligro. Si causan algún desperfecto, se repara y ya está, no hay mayor problema. Nos estamos volviendo demasiado urbanitas". Lo que está claro es que "los humanos hemos invadido su territorio, si les quitas espacio, ellos tendrán que buscar soluciones", como analiza Isabel Navarro, "igual que deberían hacer los políticos para controlar esta problemática, es su trabajo y cobran y bien por ello".

"Estamos ante una auténtica invasión porcina", sentencia Ramón del Fresno, presidente de la Asociación de Vecinos del Cristo y Montecerrao.

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