-¿Y ese cartel?

Martin Plöderl, psicólogo del Hospital Christian Doppler y profesor de la Universidad de Salzburgo (Austria), aprendió una valiosa lección hace poco días en la cima de un puerto francés. Pidió a un transeúnte que le hiciera una fotografía con su bici, y el hombre se fijó en el cartel que el profesor Plöderl llevaba colgado de su vehículo.

El final de esta historia se contará dos párrafos más adelante. Porque antes se impone narrar sin más dilación que este psicólogo austriaco ha viajado desde Salzburgo hasta Oviedo en bicicleta. Y lo ha hecho para participar como ponente en el Simposio Europeo sobre el Suicidio y la Conducta Suicida, que desde el jueves y hasta hoy congrega en el Auditorio Príncipe Felipe a unos 500 expertos provenientes de todo el mundo. Hoy sábado se celebra en todo el mundo el Día Mundial de Prevención del Suicidio, bajo el lema "Conecta, Comunica, Cuida".

"He recorrido 2.400 kilómetros en veinte días, desde Salzburgo hasta Oviedo. He pasado por Baviera, Suiza, Francia y España", explicó ayer a LA NUEVA ESPAÑA. "Wonderful" es la palabra con la que Martin Plöderl resume su itinerario. "Ha sido muy bonito, he venido por sitios preciosos", señala. No es su primera experiencia en distancias largas a lomos de una bici. "Lo he hecho varias veces en Estados Unidos, y también en la India". ¿Y por qué? Respuesta de manual de psicólogo: "Es una forma de preservar mi salud mental". Y abunda: "Tener un objetivo diario, un reto, es un acicate, una lección terapéutica que transmito a mis pacientes". ¿Y la gente con la que se ha topado? "Muy amistosa, en general. Me han tratado muy bien, tanto en Francia como en España".

Y aquí llega el anunciado desenlace de la historia del cartel. Lo mejor es cederle la palabra al psicólogo clínico austriaco, retomando la historia desde el principio, y sin añadir ni quitar nada: "En la cima de un puerto francés se me acercó un señor, y le pedí que me sacara una foto con mi bicicleta. En la bici tenía un cartel con un lema sobre prevención del suicidio. Me dijo que su mujer se había suicidado hacía cinco años. Le expliqué todas las teorías científicas que se manejan en este campo. Lo que vi entonces fue la brecha que existe a la hora de acercarse a una persona que ha perdido un ser querido cuando intentas darle argumentos desde el conocimiento científico. Me vi muy limitado. Constaté de nuevo que conocer la ciencia del suicidio no es lo mismo que encontrarse ante una persona que está en riesgo, ella o un miembro de su familia. O sea, que no es lo mismo conocer una cosa que enfrentarte a ella".