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Mucho más que música

"No hay niño que no pueda cantar", asegura Elisa García, la directora de la Escolanía San Salvador, toda una institución en Oviedo, ahora inmersa en la búsqueda de nuevas voces

Mucho más que música

"No hay niño que no pueda cantar", asegura Elisa García. Ella es la directora de las dos secciones, la infantil y la juvenil, de la Escolanía de San Salvador, creada en 1973 a partir de la Capilla Polifónica de Oviedo bajo la tutela del maestro de capilla de la Catedral, Alfredo de la Roza. Por la agrupación, toda una institución en Oviedo, han pasado padres e hijos. Estos meses anda inmersa en un proceso de selección de nuevas voces para preservar el legado de su fundador y continuar con lo que más que un coro es una escuela de vida. Para formar parte de él no es necesario contar con formación musical previa. Con el paso de los años los miembros de la Escolanía la adquieren, y con ella valores como el de la cooperación, la amistad o la capacidad de apreciar y aprovechar las diferencias.

"En un coro no es más importante el que más fuerte canta", hace ver Elisa García, al contrario, el que no colabora con sus compañeros solo consigue romper la armonía de la melodía.

En la Escolanía de San Salvador, según su directora, se "aprende a convivir". La actividad es gratuita y de él forman parte niños y adultos de distintas nacionalidades y condiciones sociales.

Sus integrantes tienen la oportunidad de viajar, y no solo por España. A su directora se le vienen a la cabeza destinos como Estocolmo, Roma, París o Estrasburgo. Aprenden música y a la vez conocen a los compositores y se adentran en la historia de su época.

Todos los niños y jóvenes pueden acceder a esto. "No dejamos a nadie en la cuneta. Nuestro propósito simplemente es ser lo mejores que podamos ser", afirma Elisa García.

"La Escolanía tiene un propósito pedagógico", explica su directora, Elisa García, y su presidente, Pablo Martínez, lo corrobora. Pero eso no hace mella en su calidad. A lo largo de sus más de cuarenta años de historia, la coral ha tenido la oportunidad de cantar junto a varias la Orquestas Sinfónicas, entre ellas la de Gijón, con la que interpretó el Réquiem de Mozart.

Y lo que constituyó todo un acontecimiento fue la oportunidad de ser dirigida por Gabriel Garrido, un argentino especializado en el repertorio barroco y que investiga el patrimonio musical de esa época de América del Sur. "Vino a dirigirnos y nos trajo para que las estrenásemos obras recuperadas en Perú", cuenta García. Y se ganaron el respeto de Garrido, que apenas podía creer que hubieran preparado el programa en solo dos meses. La agrupación coral organiza el Ciclo de Música Sacra "Maestro de la Roza", que patrocina LA NUEVA ESPAÑA y que cambia la fecha de su celebración, hasta ahora en noviembre y ahora, al llegar a su duodécima edición, en el mes de febrero.

Hay hitos inolvidables en la historia de la Escolanía, según su directora y su presidente. Uno de ellos fue el concierto para bebés que el año pasado dieron en la Laboral de Gijón, ante cerca de un centenar de chiquillos sentados en el suelo con sus padres. Este año confían en tener la oportunidad de repetirlo.

Y hay citas menos publicitadas pero que para los miembros del coro constituyen todo un acontecimiento. Es el caso del concierto que dan cada día de Navidad, en la misa en San Isidoro, su sede y lugar de ensayo. En él se reúnen las dos secciones del coro y otra agrupación, "Amici in el tempo", que está formada por padres de los escolanos. Algunos antiguos miembros de la Escolanía aprovechan su estancia en Oviedo para pasar las fiestas con la familia y se unen a ese concierto.

Actualmente, la Escolanía San Salvador está constituida por 20 niños y unos 35 jóvenes. Sus responsables son testigos, en primera fila, de cómo la falta de oportunidades en Asturias a empujado a estos últimos a la emigración. Es cuando entran en el mercado laboral cuando se ven obligados a dejar la formación.

"Cantar es divertido, engancha, es un vicio", comenta Elisa García. Ella ingresó en la Escolanía con seis años, con Alfredo de la Roza, y años después ocupa su puesto y dirige el coro. Además es profesora del Conservatorio Superior. "Aquí es donde nació mi amor por la música", declara.

Elisa García se hizo cargo de los dos coros tras la marcha de Gaspar Muñiz, que dirigía la sección juvenil de la Escolanía, hace ya tres años.

Pablo Martínez, el presidente, y como él toda la junta directiva, cantan en la Escolanía San Salvador, que funciona con autonomía y que cuenta con la colaboración y la buena disposición de la parroquia de San Isidoro y su titular, José Luis Alonso Tuñón. Allí la acogieron en 2004, tras su salida de la Catedral a la muerte de Alfredo de la Roza.

La Escolanía San Salvador es una forja de amistades. Elisa García cita a un antiguo profesor, Johann Duick, que en sus clases solía repetir que "no hay amistad sin música ni música sin amistad".

Algunos antiguos escolanos mantienen viva su pasión por la música cantando juntos, como los miembros de la Agrupación Vocal Alfredo de la Roza. Y se sigue la pista de muchos otros. De Nacho Rico, por ejemplo, el anterior presidente de la formación coral, que empezó creando su logotipo y que ahora se dedica profesionalmente al diseño. O de Marcos Martínez, hermano del actual presidente y que actualmente reside en Suiza donde se gana la vida como cantante profesional. "Muchos siguen vinculados a la música y mantienen su amor por ella de uno u otro modo", comenta Elisa García.

"Un coro es un ente vivo", señala. Sus miembros crecen y se van, por cuestiones laborales casi siempre, llegan sus hijos.

La Escolanía San Salvador fue concebida como la coral que recuperaría la tradición de los niños cantores de la Catedral. Entre ellos sólo se admitían voces masculinas. Curiosamente, ahora en la Escolanía la mayoría son niñas y mujeres. En la sección infantil sólo hay tres niños. "Siempre faltan hombres", comenta su directora, y agrega que ese es un problema generalizado en todos los coros.

Los chiquillos, niños y niñas, deben hacer hueco entre las actividades extraescolares para acudir a los ensayos. Los pequeños los tienen los martes de siete y media a ocho y media, y los viernes de siete a ocho de la tarde. A los adultos les toca los martes de ocho a nueve, y los domingos de siete y media a nueve. Los martes las dos secciones comparten media hora de ensayo: a los críos les resulta emocionante y contribuye, también esto, a que la Escolanía sea una escuela de vida y convivencia.

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