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Sabias lecciones desde el tren

El ferrocarril asturiano guarda un alto potencial como medio de transporte para alumnos que acuden a museos y ciudades

Un tren con los antiguos colores de Feve.

La sedación a la que está siendo sometida la red ferroviaria de ancho métrico con el propósito de certificar su acta de defunción no contempla su interrupción para aplicar propuestas que contribuirían a su recuperación. El 20 de agosto de 2016 LA NUEVA ESPAÑA se hacía eco de la posibilidad de la explotación de este servicio desde una opción turística.

Quien suscribe estas reflexiones lo ha dicho hasta la saciedad, pero la atención por parte de los responsables en materia ferroviaria es nula. El 9 de abril de 2016 publiqué en este diario el artículo "Aprender sobre raíles" y el 24 de octubre de 1998 ante el inminente cierre del trazado ferroviario entre Oviedo y Fuso de la Reina escribí el artículo "¿por qué no un tren de vapor entre Fuso y La Manjoya?", que Manuel Avello consideró muy atinado.

El pasado 7 de julio tuve el honor de participar en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA en un debate en el que el ferrocarril fue el centro de atención. Mi aportación siempre ha tenido como referente la potenciación del tren, a la que el sistema educativo puede contribuir directamente. También hay otras opciones, por ejemplo la mencionada apuesta turística.

Los centros educativos elaboran todos los años un programa de actividades complementarias y extra escolares que necesitan de un medio de transporte cuando se desarrollan fuera de sus instalaciones. El autobús es el medio más habitual. Pocas veces se opta por el ferrocarril, que puede ser complementario del primero. Mi intención en este documento es dar a conocer algunas actividades que pueden realizarse viajando en tren y que he puesto en práctica a lo largo de mi etapa como docente en diversos centros educativos asturianos.

El itinerario "De Priañes a la Senda Verde de Oviedo y Trubia" que he realizado con los alumnos del instituto de Salas es un buen ejemplo que puede ayudar al profesorado en el nuevo curso escolar que acaba de comenzar. El punto de partida es Salas y el primer destino Pravia. Una breve estancia en los andenes de la estación praviana nos permitía conocer la importancia de este enclave ferroviario antes de subir al tren procedente de San Esteban.

Allí convergen los trenes que parten de Oviedo, Gijón, San Esteban, Cudillero, Ferrol y el ferrocarril que remontaría el curso del río Narcea si se hubiese llevado a cabo. Treinta y cinco minutos de viaje emplea el convoy en llegar al apeadero de Santa María de Grado. El viaje da mucho juego por la cantidad de cosas que pueden contemplarse desde las ventanillas a la vez que se contribuye a despertar en nuestros alumnos la observación y el sentido de la vista.

De paso se les disuade de colocarse los cascos en sus orejas a la par que cuello y cabeza comienza a moverse cual si fueran aquellos canes que adornaban la bandeja trasera de los coches en los años setenta. El trazado del malogrado ferrocarril de Cangas del Narcea va por puentes de hierro, la traída de agua para la factoría siderúrgica avilesina, las fértiles vegas de Beifar, San Román y Peñaflor, con el puente medieval que corrió más suerte que sus hermanos; La Carril, Gubín, Godos y Puerto, con los ecos de los encontronazos con los franceses en el frente del Nalón y las minicentrales de Valduno I y II, son algunos de los elementos y hechos que el viaje por este camino de hierro permite conocer. Santa María de Grado es nuestra siguiente parada. Hoy es un desierto apeadero que tuvo en su tiempo tres vías para facilitar el cruce de los convoyes cargados de carbón con destino al puerto de San Esteban.

El fin de los trenes de carbón sumió a este paraje ferroviario en un abandono que supuso el derribo del edificio original y la eliminación de señalización cuya consecuencia fue el trágico accidente del 2 de agosto de 1993. La vega de esta parroquia nos permite llegar a Priañes para ver in situ una península contorneada por dos ríos, embalses, vegetación, hábitat y finalmente el templo prerrománico de San Pedro de Nora. Han pasado dos horas y de nuevo subimos al tren en el apeadero de este lugar.

Un corto recorrido ofrece un cambio sustancial en el espacio porque el carácter rural comienza a convivir con elementos propiamente urbanos a partir de San Claudio. La sensación se va intensificando según nos acercamos a Oviedo. Es en total una hora a la vera del río Nalón. Luego llega el Nora y finalmente el afluente que pasa por San Claudio. Siete horas después el tren espera en Trubia para iniciar el regreso hasta el punto de partida y volver a disfrutar de un paisaje único.

El Museo del Ferrocarril que se puede completar con un recorrido por Gijón; el centro de control de tráfico centralizado ubicado en la casa modernista de Fernando Colegial en El Berrón y los talleres del ferrocarril de ancho métrico; el Museo de la Minería en El Entrego; el de la Siderurgia en La Felguera; un recorrido por Avilés y el enclave industrial y ferroviario de Trubia son atractivas posibilidades en el centro de nuestra comunidad, a las que se puede llegar en tren, mediante la modalidad de billete de grupo dentro de los horarios comerciales.

También hay experiencias en los confines de Asturias que son dignas de elogio como lo fue la actividad de final de curso en las etapas de Infantil y Primaria en Ribadeo y Tapia de Casariego que organizó el Centro Público de Educación Básica Carlos Bousoño de Boal. Los medios de transporte fueron el autobús y el tren. El primero para acercar a los alumnos hasta la estación de Navia desde la que viajaron en el convoy, procedente de Oviedo con destino Ferrol, hasta Ribadeo. El viaje a Tapia y el regreso a Boal como no podía ser de otra manera fue en autobús.

Trenes como fluvial en el descenso internacional del Sella entre Arriondas y Ribadesella son opciones que hay que potenciar. El viaje a la fiesta del Xiringüelu en Pravia solamente puede hacerse desde el Occidente en el automóvil propio y en autobús porque el ferrocarril de vía estrecha no ha contemplado ofrecer al menos dos trenes especiales de mañana y noche que partiendo de Ribadeo tendría paradas en Vegadeo, La Caridad, Navia, Luarca, Cadavedo, Cudillero, Pravia y viceversa.

También se echan en falta trenes especiales para la fiesta de La Maruxaina en San Ciprián, La Virgen de la Barca en Navia y San Timoteo en Luarca entre otros muchos más servicios especiales a lo largo del litoral por el que discurre el ferrocarril de vía estrecha. Los trenes turísticos como el que une El Ferrol y Ortegal durante un fin de semana que en sus primeras ediciones tenía un coste de 98 euros y luego de 125 fueron iniciativas que parece que han pasado a mejor vida y habría que retomar con una buena campaña de marketing.

Sólo aquello que se conoce se valora. Es hora de fomentar este medio de transporte porque preserva el medio ambiente, es seguro y cómodo y además forja y consolida las relaciones entre los seres humanos. Nuestro ferrocarril necesita una actuación urgente en infraestructuras, pero tiene que complementarse con otras estrategias.

Resulta lamentable que por falta de unidades el tren procedente de Oviedo con destino Ferrol se haya llenado de viajeros hasta San Ciprián el pasado 13 de agosto y que los jóvenes viajen gratis porque el interventor no puede salir de la cabina del maquinista al ser imposible caminar por los pasillos. Se necesita voluntad y compromiso político. De nada sirve venir a Asturias, contar una milonga, mover a los maquinistas de aquí para allá como si fuesen peones de ajedrez, dejar en suspense los convoyes de mercancías y llenarse la boca con promesas económicas de aquí a 2018. Asturias no puede ni debe permitir perder la vía estrecha porque constituye una de sus señas de identidad. Me pregunto qué pecado hemos cometido los asturianos para merecer esto.

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