Mantón en ristre y con un espectacular vestido blanco, se presentó Diana Navarro pasadas las once y media de la noche, en la plaza de Catedral, todo poderío y fuerza, para interpretar varios de los temas de su último disco, "Resiliencia". Según dijo, su "trabajo más importante". Y comenzó con "Yo me voy a querer" para pasar luego por otros como "El perdón", "Olivia Ovidia" o "Ni siquiera nos quedó París", además de otros hitos de su discografía como "Mujer contra mujer" o "Loba", arrancándose incluso a capella con "La Tarántula" ante la insistencia del entregado público ovetense. Todo ello en medio de hasta tres cambios de vestuario, del sobrio blanco al poderoso rojo, lentejuelas y transparencias incluidas, que no hicieron sino darle color a su ya de por sí espectacular interpretación, en un formato sensible, íntimo, con momentos de oscuridad casi total en el escenario, acompañada únicamente de un violín o un piano, pero compensado por el inherente chorro de voz de la cantante andaluza que se propagó por la Plaza de la Catedral para hacer entrar en calor a los presentes en una fría noche estival.

Y mientras Diana Navarro desgranaba su música, en el backstage, los representantes de de "Macaco", el siguiente que debía actuar, amenazaban con cancelar la actuación. Aseguraban que habían firmado tocar de 0.15 horas a 1.30, pero en el programa ponía que esa era la hora de inicio. Llegaron a poner las maletas a la puerta del camerino, en medio de los tratos con representantes de la SOF.