Un tipo "solidario" que durante décadas demostró un "profundo compromiso" a través de "una labor persistente, militante y callada". Así defienden quienes le conocieron a José Martínez Caldevilla, uno de los socios más activos en Oviedo de la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui. Tal y como ejerció su trabajo, durante décadas, Pepe Caldevilla, como era conocido por sus amigos, se fue en silencio, sin hacer ruido, tras una fulminante enfermedad que el pasado 27 de agosto acabó con su vida en menos de cuatro semanas. Contaba con 82 años de edad y era vecino de Ciudad Naranco.

"Colaboró muchísimo durante años. Era un socio ejemplar", explicaba ayer a este periódico Félix Flórez Casillas, secretario de la asociación y coordinador del programa "Vacaciones en paz", que desde hace años trae al Principado a decenas de niños saharauis que son acogidos por familias que colaboran con la entidad. Precisamente, "y hasta que tuvimos edad", señalaba ayer Raquel Solís, esposa de Caldevilla, el matrimonio acogió durante años a niños procedentes del Sahara.

De ahí el compromiso de Caldevilla con la causa saharaui. "Trabajaba como una hormiguita: recogía y clasificaba los medicamentos que le daban en las farmacias de Oviedo", terciaba Félix Flórez, para destacar que Caldevilla "puso al servicio de la solidaridad la experiencia profesional que tenía en el campo farmacéutico".

Y es que el fallecido trabajó durante buena parte de su vida vinculado al sector farmacéutico. Su historia de solidaridad es también la de un niño marcado por la Guerra Civil. Su vinculación con Oviedo comenzó cuando de niño se trasladó a la capital junto a su madre, viuda después de que unos combatientes republicanos fusilaran a su padre, y sus tres hermanos. "Me tocó hacer de padre", rememoraba en una entrevista publicada por LA NUEVA ESPAÑA el 7 de marzo de 2015.

Con 14 años comenzó a trabajar en Carbayín "contando camiones de arena". Luego entró a trabajar en Ceñal y Zaloña, una distribuidora de productos farmacéuticos situada en la ovetense calle Cimadevilla. Trabajó durante un tiempo como mozo de almacén hasta que comenzaron a llegar los ascensos: primero dependiente, y después viajante. Tras quince años en la compañía recibió una llamada de la cooperativa farmacéutica Cofas, donde ejerció como jefe de compras de unas de sus secciones. También fue representante de laboratorios.

De ahí la amistad que entabló como muchos profesionales de las farmacias, que luego le sería vital para su labor dentro de la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui, ya que le entregaban muchos medicamentos que él clasificaba y empaquetaba para enviar a los campamentos saharauis. En un año, según él mismo relataba, era capaz de enviar al Sahara medicinas por valor de 100.000 euros. Al mismo tiempo, Caldevilla presidía la Asociación de la Tercera Edad de Ciudad Naranco. Caldevilla siempre hablaba de dos momentos claves en su vida: uno lleno de felicidad y otro cargado de dolor. Uno de sus momentos más felices, como él mismo aseguraba, fue conocer a su mujer, que llegó a regentar una peluquería en Montes del Sueve. El más amargo, la muerte de uno de sus tres hijos con nueve años tras caerse de un árbol. "Es lo peor que me ha pasado en mi vida", afirmaba décadas después.