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La Pasión De San Mateo Según Monteserín

Fuegos de vivac y otros fulminantes

Los cohetes en el cielo son el sueño en ascenso, caos, armonía, elegía de colores, trayectorias sin bala, centellas sin agua, girasoles, por no decir giralunas

Fuegos artificiales iluminan en el cielo de Oviedo una noche de San Mateo. LNE

Nunca había hecho yo una crónica sobre fuegos artificiales. Me documenté grandemente antes de ir y reservé mesa en la terraza del Kilómetro Cero, taberna situada en ese punto geográfico de Oviedo, en Arzobispo Guisasola esquina San Roque; desde las nueve y media contemplé el desfile de mateínos que iban acercándose al Parque de Invierno, una zona precisamente que desarrolló la primera constructora donde yo trabajé, en la zona llamada Los Catalanes, que nuestro marketing cambió por Torres del Aramo y a una de sus calles de nueva apertura, donde yo viví, denominamos Cardenal Cienfuegos. Sí, Cienfuegos, un nombre que para esta noche se queda corto.

Además de ese acercamiento físico, previo a los fuegos artificiales, rebusqué documentación en mi pequeña biblioteca, pero apenas di con nada. Algunos libros técnicos: "La pirotecnia moderna", de Juan Bautista Ferré Vallvé; "Fuegos artificiales ó sea algunas cosas que parecerán y serán disparates, a vuelta de otras que ni lo serán ni lo parecerán", de Joaquín Martínez de la Escalera; y un "Manual del polvorista", de Denis Vergnaud.

También indagué en mi sección de literatura y di con "Los fuegos artificiales de los siete secretos", de Enid Blyton, que se me caía de las manos; "Fuegos artificiales en Zanzíbar", de Pierre Benoit, un pro-nazi; "Fuegos artificiales para Semolina Zarpafina", de Gladys Williams, con poco interés; "Fuegos artificiales", de Wenceslao Fernández Flórez, artículos escritos con piruetas, policromía y vistosidad literaria; "Fuegos artificiales", de Felipe Pérez González, versos y artículos amenizados con un prólogo-mazurca para canto y piano, con letra y música de Federico Chueca; "Fuego y noche", drama de Janis Rainis, del que se hizo música y danzas nocturnas con las brujas... Tanta fanfarria, me invitó a buscar en mi discoteca y encontré "Música para los reales fuegos artificiales", de Haendel. Haendel compuso la obra por encargo de Jorge II de Gran Bretaña para acompañar a los fuegos artificiales en Green Park, Londres, en 1749, y así celebrar el final de la Guerra de Sucesión Austriaca y la firma del tratado de Aquisgrán; celebración, por cierto, en la que se incendió el escenario donde actuaba la orquesta.

"Fuegos artificiales", del chileno Germán Marín, ópera prima que le obligó al exilio, tras el golpe; "Le Feu d'artifice", de Patrick Deville; "Fuegos artificiales", de Juan Patricio Riveroll, que trata del derrumbe de una nación; "Fuego fatuo", de Henrique Coelho Neto, sobre la bohemia literaria en Río de Janeiro; "Fuegos y rosas", poesías de Iván Goran Kovacic; "El fuegos de las cosas", de Aleksei Michailovich Remizov, sobre sueños de otros autores rusos; "Fuego apagado", de José Lins, sobre el final de un modo de vida; "Fuego", de uno de los diarios de Anaïs Nin, donde habla de sus fogosos amores con Henry Miller, nada artificiales; "Fuego y llama", de Kjartan Flostad, algo trotskista; "Fuegos en la llanura", de Ooka Shohei, memorias escritas en el psiquiátrico de un japonés destinado en Filipinas en la II Guerra Mundial; "El fuego", de D'Annunzio, que alude al poder destructor y creador y a la indomabilidad del fuego, o sea, lo contrario de los fuegos artificiales, bien domesticados; "El fuego", de Henri Barbusse, diario sobre el fuego controlado de la guerra, el que agujerea los corazones; "Fuego nuevo", comedia de Ignasi Iglesias, un fuego que se refiere a la vida nueva, regenerador; "Fuegos de San Juan", teatro de Hermann Sudermann, más bien enfocado a la hoguera y el solsticio de junio; "Fuegos tardíos", poemario de Afanazij Fet, complejo, de sensaciones tan elevadas que no se ven desde tierra.

En suma, nada aprovechable para mis fuegos de San Mateo; hasta que di con "Fuegos de vivac", un libro de artículos de Alfredo Oriani. A un montañero como yo, le llamó la atención lo de vivac. ¿Qué son fuegos de vivac? No lo dice Oriani pero de un grupo poético, Fuegos de vivac, sonsaqué ideas y concluí que los fuegos artificiales son fuegos del sueño en ascenso; caos, armonía, elegía de colores, ímpetu y estruendo, pasión maldita, el Espíritu encarnado (y verde y amarillo y violado...) de la Poesía, el polvo negro transmutado en luz, Luzbel y los arcángeles, trayectorias sin bala, centellas sin agua, surgencias de infinitos efluvios, la Fuerza descomprimida, ruido y color, olor de combate, girasoles por no decir giralunas, gaseosa de fogueo, apoteosis sin nueces, postre fugaz, traca, azufre y mixto, la Vía Láctea tuneada y descojonada... Y luego, fuese y no hubo nada.

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