En la misa solemne del día de San Mateo en la Catedral no faltó nada. Hubo paxarinas contra las tormentas a la puerta, se bebió el agua sanadora de la hydria y, en el último día de Perdonanza, se expuso el Santo Sudario. Desde el púlpito, en su sermón, el deán, Benito Gallego, ligó la tradición con la actualidad, con mensajes de tinte político y social, en los que pedía indulgencia hacia los pecados públicos y un esfuerzo a los gobernantes en favor de la justicia social. Para la ceremonia, la basílica se llenó de fieles y entre ellos muchos eran peregrinos cargados aún con sus mochilas.

En la misa, por la Corporación municipal solo hubo representación del PP con el ex alcalde Agustín Iglesias Caunedo a la cabeza y de Ciudadanos. Ante esa audiencia el deán habló de cómo "el pecador público resulta aceptable a Dios" y de que son quienes se apartan del camino recto los que deben ser salvados y perdonados.

Reclamó "altura de miras al gobierno, los jueces, las organizaciones empresariales y los sindicatos" para imponer la justicia social y atender las necesidades de los que peor lo están pasando por la situación económica e hizo una alusión especial a "los refugiados y las familias divididas por la guerra y la violencia".

Benito Gallego disculpó al Arzobispo, que no pudo presidir la misa de San Mateo por tener que atender otras obligaciones, según dijo, aunque lo hizo presente con una cita. "Él habla de ir al encuentro del otro con la mejor disposición para sacar lo mejor que el otro lleva dentro, y no ir con miedo", contó. El deán acabó invitando a todos los fieles reunidos en el templo a "decidirse a participar en esta pacifica revolución del amor", "una amor inteligente que busca lo mejor para todos", según especificó.

Benito Gallego, que ha expresado abiertamente su disgusto por la concentración de conciertos y actividades ruidosas en el entorno de la Catedral, se refirió a las de San Mateo como a unas fiestas "ruidosas y bullangueras".

Los fieles pudieron seguir los actos litúrgicos desde las cuatro pantallas instaladas en los laterales y, además de los bancos habituales, en las naves laterales se colocaron sillas. La música corrió a cargo de la Schola Cantorum dirigida por Leoncio Diéguez. Ellos cantaron el Miserere durante la exposición del Sudario, un rito centenario.

A la puerta de la Catedral desde las nueve y durante toda la mañana Virginia Cartón, con su pareja Jesús Ángel Pérez y su hijo José Luis Rivas Cartón, vendió paxarinas a tres euros -al mismo precio desde hace años-. Deben colocarse detrás de las ventanas contra las tormentas y el año que viene han de quemarse y ser sustituidas por las nuevas.