La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"La herencia de Aureliano va a dar fruto", afirma el ahijado del benefactor del Museo

El ovetense que donó 600.000 euros al Bellas Artes "amaba Asturias" y disfrutaría de los actos organizados con su dinero tras 14 años de olvido

Javier Álvarez, el ahijado de Aureliano Menéndez, ayer en Gijón. JUAN PLAZA

En vida, Aureliano Menéndez González no era un hombre excesivamente generoso. Más bien introvertido y solitario, no se casó ni tuvo hijos, su mayor afición era Asturias, de donde había salido muy joven a trabajar. Acumulaba libros, vídeos, fotografías y todo lo que tuviera que ver con su tierra. Y era un amante del arte. Cuando se leyó su testamento más de uno se llevó una sorpresa: parientes lejanos con los que apenas mantenía relación estaban entre los beneficiarios pero el grueso de su patrimonio fue donado al Museo de Bellas Artes de Asturias. Seiscientos mil euros en acciones, bajos y pisos que la pinacoteca regional recibió en el año 2002 y con los que ahora, después de catorce años de olvido, ampliará su programa de actividades. De ello es responsable, en gran parte, el ahijado de Aureliano Menéndez, Javier Álvarez Fernández, que hace un año pensó que la espera ya era demasiado larga y se puso en contacto con el director del Bellas Artes, Alfonso Palacio. Ahora que por fin se ha cumplido la voluntad de su padrino, Javier Álvarez respira satisfecho. "Era una cuenta pendiente que teníamos con Aureliano. Ver que aquel dinero va a dar fruto y que servirá para hacer cosas que a él le hubieran gustado, nos deja una sensación de tranquilidad. Su legado está en buenas manos", declara.

El director del Bellas Artes, Alfonso Palacio, anunció el pasado viernes que a partir de esta temporada habrá visitas "a la carta" para grupos y una oferta de formación artística para el profesorado. Y la incorporación de esas dos nuevas actividades ha sido posible gracias a la herencia de Aureliano Menéndez, nacido en 1922 en Tudela Veguín, de donde salió de joven para estudiar Enfermería en Gijón y trabajar en la Fábrica de Moreda.

Aureliano Menéndez trabajó como practicante y esa profesión le llevó primero a Altafulla, en Tarragona, y luego a Vitoria, donde vivió durante más de treinta años. Allí fue empleado en la fábrica de electrodomésticos de Fagor y en la de bicicletas de Orbea, en centros de salud y en piscinas municipales. No regresó a Asturias, a Gijón donde residía su madre viuda, hasta su jubilación. Vivía en las Mil Quinientas Viviendas de Pumarín y era, según relata su ahijado, un hombre de costumbres y gustos sencillos.

"Era aficionado al fútbol y seguidor del Sporting", cuenta Javier Álvarez, y todos los días, verano o invierno, iba a bañarse a la playa. "Le gustaba nadar", comenta. Esos eran sus entretenimientos, junto a su amor por todo lo asturiano. "Como había pasado tantos años fuera trabajando tenía una querencia grande por Asturias", indica.

Sin apenas familiares directos, Aureliano Menéndez tampoco tenía un círculo de amigos que frecuentara con asiduidad. "Era muy educado y se llevaba bien con todo el mundo", explica su ahijado. Él estrechó la relación con Aureliano Menéndez cuando ya jubilado se asentó en Gijón. Las dos familias comían juntas de vez en cuando.

La madre de Aureliano Menéndez era la madrina de su padre y él se convirtió luego en su padrino. Javier Álvarez es el único ahijado de Aureliano Menéndez, y su hermano, Gonzalo Álvarez Fernández, es el albacea de su testamento.

El benefactor del Bellas Artes amasó una pequeña fortuna a base de ahorro y de algunas inversiones inteligentes. Entre los bienes que dejó al Museo había dos pisos, uno en Gijón y otro en Vitoria, además de las acciones y los bajos comerciales. En 1997 redactó su testamento en Gijón ante el notario José María Moutas y no desveló gran cosa de él a sus allegados. La familia de Javier Álvarez estaba al corriente de que su intención era donar su herencia a alguna institución asturiana. "No nos sorprendió", afirma su ahijado. Tal y como señalaba su albacea al hacerse público su legado, "quiso legar su patrimonio a su tierra, para disfrute de sus paisanos".

Aureliano Menéndez falleció el 18 abril de 2002, a los 80 años de edad, y en octubre de aquel mismo año el entonces director del Museo de Bellas Artes, Emilio Marcos Vallaure, daba a conocer su donación y se declaraba "impresionado" por el gesto. Por aquel entonces el Museo y la Consejería de Cultura prometieron un homenaje a su benefactor, que catorce años después aún no ha llegado.

Javier Menéndez atribuye ese olvido y desinterés a la "dejadez de la Administración". "Yo tampoco seguí encima del asunto, pero creía que teníamos una deuda moral con Aureliano", señala. Así que, según refiere, se puso "en contacto con Alfonso Palacio -que no tenía noticia de todo este asunto- para comentarle la situación, se puso manos a la obra inmediatamente y todo empezó a tomar cuerpo, gracias a él y su trabajo".

El director del Bellas Artes ha recuperado aquella idea de rendir homenaje a Aureliano Menéndez. "Sé que se está trabajando en ello", afirma su ahijado. De su primer encuentro con el director del Museo ha transcurrido algo más de un año. Ahora, Javier Menéndez piensa en asistir a algunas de las actividades que pagará el legado de su padrino.

Compartir el artículo

stats