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El malestar por San Mateo

La marabunta, el ruido y la furia de las fiestas causan molestias a algunos ovetenses, que sufren una larguísima semana de pasión

Gaiteros ante un edificio de viviendas en el Oviedo antiguo.

Cuando titulé esta sección, que hoy termino, "La pasión de San Mateo según Monteserín", parafraseaba la obra de Bach, para doble coro y doble orquesta, "La Pasión según San Mateo", en latín, "Passio Domini Nostri J. C. Secundum Evangelistam Mattha-eum", en alemán, "Matthäus-Passion", inspirada en la Pasión, es decir, el sufrimiento y la muerte de Cristo según narró San Mateo; que lo escribió en hebreo, es decir, en arameo, fue traducido al griego, en La Vulgata al latín y Bach leyó en alemán. Dicha Pasión corresponde a los capítulos 26 y 27, desde la determinación del sanedrín, de crucificar al Hijo de Dios, hasta la sepultura de Jesús y los guardianes ante el sepulcro. No incluye Bach el capítulo 28, la resurrección, es decir, su "Pasión" carece de final feliz, algo definitivo entre quienes comulgamos con el cristianismo y tenemos Esperanza mayúscula.

También se inspira mi título en "El evangelio según San Mateo", bien en referencia a la segunda parte de la Biblia, que acoge los cuatro libros del Nuevo Testamento, dedicados a la vida de Jesús, bien al primero de los evangelistas, uno de los autores. Además, el título dichoso recuerda a la película "El evangelio según San Mateo", de Pasolini, en la que Enrique Irazoqui, con la voz de Enrico María Salerno, hace de Hijo de Dios.

"Pasión", según la RAE, significa padecer y, por antonomasia, alude a la pasión de Jesucristo; pero en la acepción tercera y siguientes, "pasión" significa lo contrario a la acción, un estado pasivo del sujeto, y una perturbación o afecto desordenado del ánimo; también una inclinación muy viva de alguien hacia otra persona, un apetito vehemente...

Huelga decir que el título que elegí para las ocho entregas mateínas, de domingo a domingo, en absoluto hacía referencia a la Pasión de Cristo sino a la pasión, al apasionamiento y regocijo de la ciudadanía por los diferentes espectáculos que formaban parte del programa de las fiestas, encaminados a su disfrute.

Sin embargo, en este capítulo final, como ocurre en los evangelios, salvando las distancias, me ocupo del sufrimiento de algunos vecinos de Oviedo, de su pasión por San Mateo, es decir, su sufrimiento, causado por la marabunta, por el ruido y la furia, puestos a parafrasear, en este caso el "Macbeth" de Shakespeare, 5º acto, escena V, cuando dice que la vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene ningún sentido. Estas palabras, el ruido y la furia, las aprovecha Faulkner para su novela "The Sound and the Fury", el ruido y la furia que sufre su personaje Benji, un deficiente mental.

En efecto, para muchos residentes en Oviedo las fiestas de San Mateo constituyen cada año un auténtico vía crucis, una larguísima semana de pasión, tanto porque sus portales, quicios y estragales se convirtieron en negros trasbastidores, en letrinas, en cámaras oscuras y en lugares de interés para emboscadas, como porque sus habitaciones, además del derecho de luces y vistas, padecen de irrenunciables tímpanos y orejas, incapaces de sordera. Muchos de estos vecinos, los que pueden y algunos que no pueden, emigran en estas fechas donde todas las palabras son más altas que otras, y la música revienta el pentagrama. Muchos vecinos se van para poder descansar sin la flagelación de las trompetas, sin la corona de espinas y decibelios.

Estos desterrados por el runrún y el fragor regresan hoy a casa; también recuperan el equilibrio los sujetos pacientes que consiguieron sobreponerse al trasbarrás de la Cruz de los Ángeles; el fin de San Mateo es para todos ellos domingo de resurrección.

Chispún.

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