El cardenal y arzobispo de Barcelona hasta el año pasado, Lluís Martínez Sistach, ponente invitado ayer en la apertura del curso en el Seminario reflexionó en Oviedo sobre laicismo, Estado y religión.
-Ahora que se plantea la reforma constitucional, también habrá que actualizar en ese texto el asunto del laicismo.
-No es necesario, en la Constitución española se ha encontrado una justa medida, un Estado en el que no hay ninguna religión oficial, un Estado laico, pero con una laicidad positiva y abierta.
-Eso sobre el papel, en la práctica, ¿cómo son las relaciones entre el Estado y la Iglesia?
-Si las religiones se conciben como un bien para las personas se respetan mucho más. A veces no se conocen bien. Lo importante es que las personas se muevan por principios y convicciones y dejen de lado las ideologías, en sentido peyorativo, que ciegan.
-Usted habla de todas las religiones, no solo de la católica.
-Sí, sí. La persona es religiosa por naturaleza, está reconocido por la Antropología, y es un aspecto que se ignora. Cito a Victoria Camps, catedrática emérita de la Universidad de Barcelona, de Ética, que en un debate público sobre la clase de religión decía que los padres que no dan a sus hijos una educación religiosa seria los expone a la influencia de cualquier secta o fundamentalismo. Hay un dimensión religiosa en la vida. En un momento u otro todas las personas buscan a Dios.
-Esa búsqueda no tiene por qué expresarse siempre a través de una religión normalizada.
-¿Cómo si no? En un congreso en Barcelona, el sociólogo Manuel Castells dio un dato: en 1980, el 83 por ciento de toda la población universal se declaraba religioso, en el 2010 era el 89 por ciento; ha crecido. La gente busca el sentido a la vida y en las grandes ciudades los ciudadanos todavía dan mucha importancia a la religión y a la familia.
-Nuevos gobiernos en ciudades como Barcelona, ¿qué tal las relaciones con la Iglesia?
-En eso influyen mucho las relaciones interpersonales. Las ideologías son importantes pero también las relaciones personales. Queramos o no nos tenemos entender, porque todos buscamos el bien común: lo mejor para la gente.
-En Oviedo los miembros del equipo de gobierno no suelen asistir a las misas.
-Son muy libres. Pero es bonito, por decirlo de un modo simple, que los representantes del pueblo participen en actos sociales, culturales y religiosos que organizan los ciudadanos, porque ellos están al servicio de los ciudadanos. Puede haber un Alcalde al que no le guste la poesía pero si está invitado a un recital organizado por los ciudadanos irá para estar a su lado y valorar lo que valoran ellos.
-Se habla de laicidad y la referencia es Francia.
-En algunas cosas es menos laicista Francia que España. Voy a una celebración en una Catedral francesa próximamente y el Obispo me ha dicho que vendrán todas las autoridades civiles. Eso no contradice nada.
-¿Qué opina de la polémica de este verano sobre el burkini?
-Eso es muy complicado, depende del momento y el lugar. La libertad religiosa tiene sus límites y el limite es el bien público. La libertad religiosa no está por encima del bien público.