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Cronista oficial de Oviedo

Volver a la noria

Ante la llegada del otoño a la ciudad tras la conclusión de las fiestas de San Mateo La polémica sobre la aplicación de la ley de Memoria Histórica

Ambiente en uno de los chiringuitos mateínos instalados en Porlier. MIKI LÓPEZ

Otra vez San Mateo, para que cada cual lo pase como pueda o como quiera, unos con nostalgia y otros con alivio. Como la fiesta la da la gente, cada uno hablará de ello según su talante. Se acabaron las calles del verano que parecía interminable y llega el otoño, con la caída de la hoja y todo eso.

La vida sigue y ahora estamos otra vez con la polémica del callejero.

Aquí últimamente llueve poco pero nunca está el terreno a gusto de todos. Por experiencia digo que tocar el callejero es cosa complicada. Por lo que recuerdo, que es todo, de la comisión anterior para cambiar el de Oviedo, aquello fue desagradable y vocinglero y hablo desde el conocimiento de haber sido la única persona que intervino tanto en aquella comisión como en la presente. Debe ser que con los años todos se van moderando. Menos mal que la tarea de las nuevas denominaciones, que toca ahora, es labor municipal y en ello les deseo suerte y remango. En las paredes del RIDEA (Real Instituto de Estudios Asturianos) parece que además de olor a libros y a amigos, huele ahora a salmón, a aquellos salmones tornasolados que dicen que desesperaban a los trabajadores de la construcción de la basílica de Covadonga, por el repetitivo menú que nos hizo recordar en la lección de primero de curso Víctor Vázquez, ustedes ya me entienden. Ahora, y siempre, se llena aquella noble casa con el recuerdo, ya para siempre, de Juan Ignacio Ruiz de la Peña, nuestro Nacho.

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