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Ernesto Collín Sanz | Comerciante, fue propietario de la armería Collín

"Lo más importante que hay en la vida es dar con buena gente"

"Todas las mañanas teníamos tertulia en la tienda; empezábamos hablando de caza y pesca y acabábamos arreglando el país"

Ernesto Collín. i. c.

Ernesto Collín Sanz es una especie de leyenda viva de ese "Oviedín del alma", del que, a su juicio, cada vez queda menos. Desde la armería del Pasaje de Uría, que une desemboca en Pelayo, Collín ha visto pasar la vida de la ciudad y ha sido anfitrión de tertulias en las que se empezaba hablando de caza y pesca y se terminaba arreglando el país. A sus 76 años Ernesto Collín conserva el mismo optimismo, empuje y vitalidad que tenía hace cincuenta, cuando se casó con Isabel, su gran compañera.

Los primeros años en la calle Milicias y Buenavista. "Nací en la calle Milicias de Oviedo en 1940. Mi madre era vasca, de Guernica, mi padre ovetense de pura cepa. En 1943 mi padre hizo una casa en Buenavista y vivimos en ella hasta 1955. Fuimos tres hermanos muy unidos. El mayor falleció este año. Mi hermana Conchita trabajó conmigo en la armería, hasta diciembre de 2009 cuando cerramos. Estudié en el colegio Auseva hasta los 14 años y luego en la academia Ojanguren y en la Escuela de Artes y Oficios. Aprendí dibujo y el manejo de herramientas. Mi padre me transmitió todos sus conocimientos sobre las armas, que eran muchos. Él fundó el negocio en 1945. Allí estuvo hasta que falleció en 1971. Yo empecé a colaborar a los catorce años y me hice cargo del negocio cuando terminé la mili. Mi padre era un fenómeno en el manejo del torno. Sabía todo sobre las armas. Entonces había muchos cazadores. Todo el mundo tenía una escopeta".

La pesca, una auténtica pasión. "La pesca fue mi pasión. Pesqué muchos salmones en Asturias. En casa tengo guardadas 150 guías. Entre ellas, enmarcada, la del primer ejemplar que saqué, en el Sella, con 18 años. Pesaba cuatro kilos. Me costó un buen dinero: 25 pesetas por kilo. De aquella sólo los ribereños podían vender los salmones. Los pescadores deportivos teníamos que pagar por la pieza cobrada y era obligatorio. Siempre pesqué los fines de semana y festivos. Nunca falté al trabajo. He recorrido muchos sitios con la caña al hombro. Me entusiasmó la British Columbia canadiense. También estuve en Alaska, Escocia y Noruega, entre otros lugares. Nada es comparable al paisaje de los ríos asturianos".

Las reuniones en la armería. "Los locales del Pasaje pertenecían a los condes de Rodríguez Sampedro. Nunca quisieron venderlos. En 2009 llegó el momento de jubilarnos y dejamos la tienda. Siempre mantuvimos el tipo gracias al boca a boca; teníamos clientes de fuera de Asturias, importábamos muchas cosas. Apenas había competencia. Todos los días de nueve a diez de la mañana se montaba una tertulia con siete u ocho personas. De aquella se podía fumar y recuerdo que tenía un cenicero muy grande que se llenaba a rebosar de colillas. Hablábamos de caza y también intentábamos arreglar el país. Lo más importante que hay en la vida es dar con buena gente".

Aquel "Oviedín" perdido. "Oviedo era muy diferente en los años cincuenta y sesenta. Los clientes eran amigos. Tengo cientos de amigos de toda Asturias. Venía gente importante como los Tartiere, los Herrero, los Orejas y el padre de Alberto Aza, exjefe de la Casa del Rey, que se llama como él. Nos encargaban armas y equipos de pesca. Ahora se vende por internet, no tiene nada que ver. Don Carlos Orejas se pasó sentado en un sofá de mi tienda casi toda la vida, desde que tenía 25 años hasta que se murió. Era buen cliente y un gran orador. Me encantaba escucharle"·

Cuidar el patrimonio natural. "En los veinte años que van de 1949 a 1969 salieron 110.559 salmones de los ríos asturianos. Luego se hicieron muchas cosas mal. Lo primero fue no cuidar los ríos. Ahora se intenta racionalizar la pesca del salmón. Hay gente que quiere capturas sin límite y eso es absurdo. En Asturias tenemos salmones y osos porque se están tratando de recuperar los hábitats. En un viaje a Canadá, con un grupo de amigos, entre los que unos pescábamos y otros cazaban, se veían tantos osos que teníamos que tener cuidado con la comida. Falta mucho para que en Asturias lleguemos a ese punto, pero no tenemos nada que envidiar".

Los pilares de la vida. "Oviedo me encanta. Mis pilares en la vida han sido el negocio, la familia y la pesca. Hace poco más de un año tuve un problema de salud importante y en el HUCA los médicos ponían mi caso como ejemplo a los residentes. El afán de superación no lo he perdido a pesar de las vicisitudes. Este verano hasta he vuelto a pescar en Ribadesella. En la vida siempre hay que mirar hacia delante. Me encanta recibir la visita de mis dos nietas, Mara y Vega, y de mi hija. Me alegran mucho. A mi mujer y a mi nos gusta mucho salir por Manuel Pedregal y San Bernabé a tomar un vino. El Fontán me encanta. Pero soy más de 'prao' que de ciudad. Las ciudades nunca me llamaron la atención, me gusta más la naturaleza".

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