En un museo en el que a diario reina la tranquilidad y no es fácil cruzarse con mucha gente, la noche del sábado fue excepcional. Decenas de personas deambularon por el Arqueológico, curioseando por sus salas y recovecos y disfrutando de la noche en el recoleto claustro del monasterio de San Vicente, disfrutando de la música y la conversación.

En el edificio de la calle San Vicente la noche comenzó a animarse a las ocho, con el recital poético organizado por la Asociación de Escritores Asturianos, al que puso la música el dúo "Harpe Diem", integrado por Dani García de la Cuesta y Pedro Sanjurjo.

Poco antes de la medianoche comenzó la otra cita importante en el Arqueológico, con un espectáculo de música y danza contemporánea. "Doy unas señales muy generales para ver que responden los músicos y los bailarines, vamos a ver cómo sale la performance". John Falcone presentó así su "improvisación conducida" en el claustro del museo. En él fue guiando a una docena de músicos con unas señales previamente pactadas entre ellos, con las que les hacía saber el momento preciso en el que debían hacer sonar sus instrumentos.

El espectáculo, que cosechó un lleno de público, intercaló durante una hora la danza de los bailarines con las palabras de una narradora.

Entre tanto, no muy lejos, a las puertas del teatro Filarmónica´, se habían formado grandes colas para ver al maestro del tecno cuplé Rodrigo Cuevas, cuya actuación empezó más allá de la una de la madrugada.

La noche en el teatro había arrancado antes, con el espectáculo eurovisivo de la "show woman" Mariajo Baudó. La actriz enlazó hábilmente su actuación y la aparición de Cuevas, al transformarse en la periodista Isabel Gemio cuando presentaba el programa de televisión "Sorpresa Sorpresa". El autor del "Ritmo de Verdicio" estaba sentado entre el público y se hizo el sorprendido. A continuación, se subió al escenario para ofrecer su espectáculo habitual, acercándolo al público como es su costumbre, e incorporando también muchos guiños a Oviedo.

El arte efímero se paseó por la Noche Blanca de la mano de Alcayata Project, una iniciativa ciudadana liderada por el pintor y escultor Israel Sastre, que se repite semanalmente y que ya lleva más de un año en marcha. En una de las fachadas del Museo de Bellas Artes, la que da a la Rúa, los viandantes dejaron su personal contribución artística.

En una mesa había papel, colores y hasta plastilina para moldear, de manera que el público podía crear "in situ" una obra de arte y colgarla en la pared. Algunos artistas espontáneos incluso tasaron las obras, por si alguien se animaba a comprarla. No faltaron las caras habituales de los jueves, el día en el que se citan los participantes en el proyecto, como el artista Kiko Urrusti, que llevó su creación "Oviedo sexy". "La Noche Blanca no debería ser una sola noche, la gente tiene ganas de más", aseveró el escultor.