El teléfono móvil ya no es una caja hermética e indescifrable para las 320 personas -con mayoría de niños- que ayer visitaron la sede central de Telefónica en Oviedo. Tanta fue la demanda, que casi 300 candidatos más se quedaron sin plaza. Por tercer año, la compañía de telecomunicaciones se sumó a la Noche Blanca de la ciudad desde su singular edificio, cuya torre se eleva hasta los 78 metros.

Kique Martínez, Marcos Labajos y Daniel Martino observaban asombrados cómo la luz viaja por los hilos de fibra, haciendo posibles esos prodigios de comunicación que para ellos son fenómenos cotidianos. Los niños disfrutaron de talleres prácticos de comunicaciones, seguidos de una visita especialmente guiada para ellos. Asimismo, pudieron conocer las galerías de cables, el repartidor urbano, la sala de FTTH y el grupo electrógeno.

José Luis Morán Tuñón, coordinador de operaciones de Telefónica en Asturias, explicó que lo que más interesa a los visitantes es "la evolución entre las antiguas redes de cobre y la nueva tecnología ultrarrápida de FTTH". Entre tanto, Felipe Martínez García, técnico de la compañía y responsable de los talleres, indicó que "acercamos a los niños de manera práctica la ciencia que utilizamos en nuestro trabajo diario para hacer posibles las comunicaciones".