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El éxito de ir a contracorriente

La diseñadora asturiana Aida Menéndez se asienta en el mercado ovetense y confirma que ser mujer, joven y emprendedora puede ser la combinación ganadora

Hablar de Aida Menéndez (Gijón, 1990) es hablar de Aloha Tatá, la firma que creó en 2013 y con la que ha demostrado que no seguir a la masa, a veces, puede ser garantía de éxito. Su carrera en el mundo de la moda se puede resumir en tres palabras: constancia, esfuerzo y principios. Ha dado vueltas, ha pasado por diferentes etapas, vivido en ciudades distintas y ha evolucionado sus propuestas. Pero siempre ha tenido una cosa clara: no quería ser una más. Y ahora, a punto de abrir el primer espacio oficial con el nombre de su marca en Oviedo, respira y se da cuenta de que lo ha conseguido. Incluso aunque la combinación que la caracteriza (ser mujer, joven y emprendedora) pudiese jugar en su contra, su apuesta por el diseño, por su tierra de origen y por la producción responsable y de calidad, se ha convertido en su as en la manga.

"Estudié en Madrid y viví en Londres, pero siempre me apeteció volver a casa y crear desde aquí mi firma. Asturias tiene muchas cosas buenas y, aunque tengo claro que quiero salir y crecer fuera, siempre tendré aquí una base, la que me permite asentarme como diseñadora y acercar mi proyecto a la gente", afirma. Al escucharla, parece mentira que solo tenga 26 años. "Siempre he tenido las cosas muy claras: Que quería tener mi marca, mi tienda propia y que mis diseños iban a ser consecuentes conmigo misma y con mis principios".

Por eso, a pesar de que los costes sean mucho más altos y las dificultades se incrementen, "la producción de Aloha Tatá es cien por cien española, responsable con el medioambiente y con los trabajadores. No podría concebir otra cosa". Y más cuando su público objetivo son esas personas que buscan un plus, ese algo más que no encuentran en los macroimperios del textil, nacionales o internacionales. "No busco tendencias. Veo las revistas de moda, las pasarelas, y estoy en contacto con todas las novedades del sector porque es mi pasión. Pero mis prendas son atemporales, de fondo de armario". La razón principal la tiene clara. "Lo primero que mira el cliente hoy en día es el precio. Cualquier casa pequeña, como la mía, no puede competir con las grandes productoras de textil. Aunque ajustes mucho el precio, tu producción es más cara y, por lo tanto, el producto también lo va a ser. Y si alguien decide gastarse un poco más de dinero en una prenda tiene que ser algo que no pase de moda en unos meses o que no se canse de verlo a los dos días".

Aunque "solo" ha lanzado cuatro colecciones al mercado, los diseños de Aloha Tatá, bautizada así en honor a su abuela paterna, cubana de origen y a la que Menéndez llamaba Tatá. "Tuvo tiendas en Gijón. Murió cuando yo tenía 15 años, pero es la única de mi familia que estuvo relacionada con la moda. Puede que este camino me haya venido de ahí", dice sonriente, para añadir: "Al principio, diseñaba pensando que mi clientela sería alguien de mi edad, chicas de 20 años, inquietas y que buscaban ir sencillas pero no igual que las demás". Pero, su perfil de empresaria, (después de estudiar Diseño de Moda en el IED de Madrid e Ilustración en el London College of Fashion de Londres. También cursó Comercio y Marketing en la Universidad de Oviedo), y su primera aventura de venta física en una "concept store" con otros diseñadores asturianos en Gijón le hicieron abrir los ojos. "Todo mi contacto era online. Sabía que tenía clientas en Madrid, en Barcelona, en Asturias, pero no cuántos años tenían. Hace un año, cuando abrimos 'Compango' en Gijón, empecé a tratar directamente con mis clientas y vi que la mayoría tenían de 30 años para arriba".

Eso le ha hecho desbancar a un segundo plano en sus propuestas las prendas más ajustadas o los shorts, por ejemplo. "No solo por la edad, sino por hacer colecciones que se adapten a todo tipo de cuerpos y personalidades. Pienso en qué prendas me gustaría llevar a mí y que no encuentro en otras tiendas, y me pongo a crearlas". Así, en su última colección, "Wild Cayon", su propuesta para este invierno, se rinde por completo a los kimonos, los abrigos oversize, los vestidos amplios y las camisas de aires masculinos. "Me gusta pensar que mis clientas son mujeres inquietas culturalmente. Interesadas por el arte, la música, la decoración y la moda, claro. Sé que no es un público masivo, ni alguien que quiera súper tendencia, pero para eso ya está el 'fast fashion'. Hay gente que busca calidad y diseño. Es un nicho de mercado, pero cada vez hay más personas en él".

Aída Menéndez tampoco es de las diseñadoras que han caído rendidas a los pies de las blogueras de moda. Algunas le han pedido cifras astronómicas por lucir sus prendas en sus looks, y ella ha dicho que no. "La gente se va a acabar cansando porque se nota mucho cuando son 'post' promocionales. Creo en otro tipo de moda". Y es esa otra moda, la de siempre, la del trabajo duro y la constancia la que la ha traído hasta aquí. Ahora, toca perdurar.

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