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Cómo ayudar a un niño diagnosticado de TDAH (y 3)

Las normas y el orden ayudan a modificar la conducta impulsiva l Los cambios deben comunicarse con tiempo

Niños jugando.

El niño con TDAH no puede dejar de serlo, dado que no se puede hacer que desaparezcan la causas de su trastorno. Sin embargo, es posible mitigar o eliminar las consecuencias negativas o síntomas que produce.

Un buen tratamiento, aplicado desde muy temprana edad, puede evitar déficits en las capacidades afectadas y en el proceso de aprendizaje, aspectos muy importantes que interfieren en la maduración del niño. Incorporar a la vida diaria del niño una serie de estrategias psicológicas, puede ayudar mucho en este proceso de adaptación. Así, en lo referente a la atención, es muy importante tener en cuenta los siguientes puntos:

Establecer una situación estructurada en la casa. Es muy importante mantener horarios constantes, evitando estímulos demasiado llamativos.

Alejarle de los estímulos que pueden distraer su atención.

Al principio debemos quedarnos con ellos haciendo actividades que requieran un nivel de atención elevado, para ir retirándonos y dejándoles solos cada vez más tiempo.

Atraer la atención. Cuando parece que no oye lo que se le dice, es bueno sujetarle la cabeza con las manos, mantener la mirada y hablarle con voz suave, sin enfadarse pero firme. Se trata de utilizar el contacto físico para atraer su atención. Después puede pedírsele que repita lo que se le ha dicho y si no lo recuerda, volver a repetirle el mensaje.

Si queremos modificar una conducta impulsiva, es muy importante proporcionar normas para que el niño sepa en cada momento qué debe y qué no debe hacer. Siempre hay que comunicarle con suficiente antelación cualquier cambio de rutina. De ese modo el niño, en un entorno con muchos estímulos, algunos desordenados, otros deseados y otros rechazables cumplirá sus obligaciones e intentaremos que aprenda a seguir instrucciones. Es bueno demorar la gratificación e inhibir el primer impulso. Las instrucciones deben ser: Específicas, cortas y claras; deben darse de una en una y espaciadas en el tiempo; Comprensibles (lenguaje adaptado al niño y haciendo uso de términos concretos); No deben entrar en contradicción unas con otras; Deber ser en un número reducido ya que si se proporcionan muchas instrucciones, el niño necesitará más tiempo y recursos, para seguirlas. Tampoco deben acompañarse de contacto físico instigador. Si vamos a estar con el niño en un lugar con muchas personas, es conveniente darle pautas breves y concretas de comportamiento. Es normal que se ponga nervioso en un lugar público por el exceso de estimulación. Si eso ocurre, de manera tranquila, le llevaremos aparte,y dejaremos que se calme, alabando el enorme esfuerzo que está realizando y motivándole a seguir las reglas.

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