"Era un hombre de mucha confianza, un miembro muy eficaz de la junta directiva del Centro Asturiano y, sobre todo, muy buena persona". Así definió ayer Alfredo Canteli, presidente del Centro Asturiano de Oviedo, la figura de Francisco Javier Llaneza Sánchez, fallecido el pasado sábado mientras realizaba con un amplio grupo la ruta de las Santas Reliquias entre Oviedo y el Monsacro. Conocido por sus amigos como Javi Llaneza, sufrió un infarto cuando bajaba hacia La Foz de Morcín. Tenía 57 años y era empleado de Hidrocantábrico. Ha dejado viuda y dos hijos.

Ayer se celebró en la capilla del tanatorio de El Salvador un rito exequial de despedida de quien en los últimos tiempos había asumido la organización de la marcha anual a Covadonga de los socios del Centro Asturiano. "Era muy buen compañero, una persona muy dedicada y que siempre estaba muy pendiente de todo el mundo", declaró a este periódico Conchita Álvarez Álvarez, colaboradora suya en la organización de la ruta a Covadonga y, desde hacía casi dos décadas, en el grupo de senderismo "Andarines".

"Yo le tenía muchísimo cariño. Era muy afectuoso. Llevábamos muchos años compartiendo caminatas los domingos", indicó Conchita Álvarez, quien formaba parte del grupo que el sábado avanzaba muy cerca de Javier Llaneza. "Íbamos cinco personas. Cuando vimos a alguien en el suelo pensamos que había sufrido una lipotimia. Luego comprobamos que era él, y que le sucedía algo grave", relató Conchita Álvarez.

"Su pasión era caminar, y ha muerto haciendo lo que más le gustaba", subraya el presidente del Centro Asturiano, quien había incorporado a Javier Llaneza a su junta directiva el pasado mes de enero. En estos meses, se había ganado el aprecio del resto de los miembros de la junta. "Sentimos mucho que se haya ido", señaló Alfredo Canteli.

En noviembre de 2103 fallecía Juan Medina, uno de los colaboradores de Javier Llaneza en Andarines y en la marcha a Covadonga. Llaneza escribió entonces en el blog del colectivo caminante: "Juan era el que, mientras los figuras que caminamos delante íbamos sobraditos, se preocupaba de los nuevos, que a veces no podían mantener el ritmo, de los que iban regular, daba igual cogiendo una mochila que apoyando una mano en la espalda del que no tiraba y empujándole".

Algo similar piensan de Javier Llaneza quienes le han conocido más de cerca. Las caminatas unen mucho a las personas. Por eso eran sólidos sus lazos con sus amigos de veinte años en "Andarines". Sólo una operación le alejó de la naturaleza durante un tiempo. Uno de sus cometidos, tan discreto como decisivo, consistía en diseñar cuidadosamente los itinerarios. Ahora, alguien deberá tomar el testigo. "Ha sido una sorpresa muy dura. El golpe es tremendo. Aún no me lo creo", enfatiza con disgusto Conchita Álvarez.