Que el arte tiene un fin social, que persigue hacer pensar, reflexionar y que anime a actuar al que lo mira, no es nada nuevo. Pero que consiga estos ambiciosos objetivos sí lo es. Por eso, nadie podrá quitarle ya la satisfacción a la artista ovetense Isabel Cuadrado, la avilesina Elisa Torreira, la sevillana Tonia Trujillo y la neoyorquina Kae Newcomb; los nombres que están detrás del proyecto expositivo "Inmoderatus", que abrió sus puertas en la Sala B de la lonja de pescado de Alicante y que permanecerá abierto al público hasta enero de 2017. ¿Por qué? Porque al ver lo que han construido, una fusión de sus cuatro trabajos artísticos en un diálogo único que sacude la mente del receptor y pone ante sus ojos varias realidades que muchos no querrán, ni esperan ver; pueden respirar tranquilas.

A pesar de las diferentes procedencias de las creadoras, y de sus variados intereses en cuanto a técnicas artísticas, sus carreras tienen muchos puntos en común y un trazo mucho más similar de lo que podría parecer a simple vista. No es la primera vez que coinciden en una propuesta, y eso se nota en la armonía que caracteriza a este proyecto, que presentaron al primer concurso público del Ayuntamiento de Alicante y con el que han sido seleccionadas. "A pesar de que cada una ha creado su línea de trabajo en solitario, en su taller, y con diferentes disciplinas, tenemos una línea conceptual común, basada en nuestra mirada sobre la naturaleza, las relaciones de las personas con ella y el desafío a los límites preestablecidos", afirma Cuadrado.

La exposición, compuesta por cuatro instalaciones divididas en varias piezas, incluye dibujos, fotografías, vídeo, libro de artista, poesía visual y performance. Pero, aunque de diferente manera, cada parte de la muestra destapa esa falta de conciencia social que impera en el mundo occidental, ese maltrato al medioambiente que impera en la sociedad actual, esa ausencia de protección a lo que no es directamente nuestro y esa "mirada hacia otro lado" cuando no nos gusta lo que tenemos delante. "Es un proyecto delicado y a la vez subversivo, lleno de simbolismos, que señala desde su título al desenfreno y la inmoderación, dejando que afloren sentimientos e imágenes que establecen perspectivas sugerentes sobre la memoria, el contexto y la acción; siempre alrededor de la naturaleza y la relación del individuo con esta", afirma Cuadrado parafraseando a la crítica y comisaria de la muestra, Marisol Salanova. Las cuatro artistas consiguen superar el concepto puramente estético del arte para construir nuevos significados, cuestionar lo preestablecido y crear conciencias. Y lo hacen juntas, pero no revueltas.

Isabel Cuadrado presenta en esta exposición conjunta "Trazas", un proyecto que realizó en colaboración con el Museo del Pueblo de Asturias de Gijón, en el que confronta objetos etnográficos del museo con herramientas tecnológicas actuales. La ovetense consigue con esa comparación poner sobre la mesa la actitud de servidumbre absoluta que impera en la sociedad actual, que vive a la merced de la tecnología. Por su parte, Elisa Torreira, en "Esperando la marea", analiza la dicotomía entre construcción y destrucción; Tonia Trujillo indaga en "Cruzar la línea" en el papel del arte como cuestionador de conciencias; y Kae Newcomb propone en "Thewindrises" una mirada reflexiva a la devastación.