Mercedes Blázquez tiene las ideas claras. Tanto, que cuando presenta su nueva exposición en la Sala BBVA de Oviedo, deja claro un mensaje. "Llevo toda mi vida pintando, que nadie piense que esto es un pasatiempos de mayor. El problema es que cuando dices que se presentan los cuadros de alguien jubilado, sobre todo si son de una mujer, parece que pinta por no hacer ganchillo. Y nada más lejos de la realidad", asegura esta profesora de dibujo retirada del IES Aramo de Oviedo, nacida en Albacete, criada en Andalucía y Valencia, y residente en Oviedo desde 1971. "Cuando terminé el bachillerato, pintar era mi vocación. Entré en Bellas Artes en Valencia. Pero acabé la carrera y, como quería independencia para viajar y para hacer mi vida, entré como interina en un instituto y me metí en la docencia. Luego conocí a mi marido, y mis sueños de ir a Italia para pintar y formarme, se convirtieron en una familia y un trabajo estable en un centro educativo de aquí", cuenta entre risas.

Pero, al mirar sus paisajes, sus retratos y sus "minis" -cuadros de 30x30- de rincones de Oviedo uno comprende que Blázquez no dibuja solo por devoción. "Cuando estudiaba, Sorolla tenía mucho peso en la Facultad". Lo que permite comprender ese toque impresionista de sus obras. La figura tiene un protagonismo claro en sus cuadros; y lanzan un mensaje a gritos: a Blázquez le queda mucho como profesional del arte.