Un hombre atracó ayer una sucursal de Caja Rural en el número 52 de la calle Fray Ceferino usando un arma blanca y a cara descubierta, justo antes de que la entidad cerrase al público a eso de las 14 horas. La Policía Nacional ha iniciado una investigación para dar con su paradero porque el ladrón huyó minutos después de irrumpir en el local, aunque no le importó mostrar su rostro ante las cámaras de seguridad. No ha trascendido si logró llevarse dinero, si había clientes en el interior o si hubo alguna víctima.

Caja Rural ha sufrido varios robos en sus sucursales de Oviedo y concejos limítrofes en los últimos años. Una de estas oficinas es la de Santullano (Las Regueras), donde los ladrones intentaron hacer un butrón en la fachada para acceder al interior o reventar el cajero automático, el año pasado. Los cacos se marcharon con las manos vacías porque no lograron su objetivo. Lo único que consiguieron fue provocar daños materiales de diversa consideración en la oficina de la capital reguerana, que también fue asaltada a mano armada en 2003 por una joven viguesa de 33 años. Lo hizo a punta de pistola y a cara descubierta para llevarse un botín de 2.000 euros. Fuera le esperaban dos hombres en un coche de alquiler. Siguiendo este mismo modus operandi, la banda atracó otros siete bancos en mes y medio, uno de ellos en Candamo. Luego dieron el salto a otras provincias, con atracos en pequeñas localidades de Lugo, Orense y Zamora. Fueron detenidos poco después en Pontevedra.

Las sucursales de los barrios del Cristo y la Tenderina también sufrieron la visita de ladrones. Un hombre robó 3.000 euros hace tres años en la oficina de la avenida de Torrelavega tras acceder a cara descubierta e intimidar a los trabajadores para exigirles que le entregaran dinero. Ese mismo año otro ladrón robó la misma cantidad en la sucursal ubicada en la esquina de la calle Julián Clavería y Fuertes Acevedo. Entró con el rostro descubierto y sin llamar la atención se dirigió a la cajera, a la que entregó una nota en la que le advertía de que aquello era un atraco y le urgía el dinero. La empleada le entregó los billetes que tenía a mano, el atracador tomó el botín y se marchó sin protagonizar altercado alguno al contar con cómplices que le esperaban en el exterior para facilitarle la huida.