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Antonio Gorriz Carrasco | Peluquero

"Mis primeros juguetes fueron los rulos y los secadores de la peluquería"

"Heredé muchas clientas de mi padre, en una ocasión llegué a reunir en el salón a cuatro generaciones de una misma familia"

Antonio Gorriz. Julián Rus

Antonio Gorriz Carrasco (Oviedo, 27 de septiembre de 1951), se crió entre los peines y rulos de la peluquería de su padre, en el corazón de la calle Uría, donde él desarrollo más tarde su carrera. La vocación le llegó pronto, tal es así, que cuando Antonio acabó el bachiller no tuvo ninguna duda acerca de lo que quería hacer en el futuro. Como reconocimiento a una trayectoria brillante, el pasado mes de septiembre el peluquero ovetense-odia que le llamen estilista- recibió en París la "Ordre de la Chevalerie" (Orden de la Caballería) de Intercoiffure Mondial, la organización de la que fue fundador en España. Antonio es el único español que cuenta con una distinción pensada para reconocer los máximos méritos con el peine y el secador.

Entre el colegio y la peluquería paterna. "Nací en Oviedo, en la cale Uría, en la casa donde mis padres tenían la peluquería en la que luego yo continué su labor. Mi padre era de Jaca y trabajaba con Manzano en Madrid. Vino a Oviedo por tres meses, para ayudar a Barbao con las fiestas de San Mateo. Le gustó tanto la ciudad que nunca más se marchó. Conoció a mi madre y se casaron en 1950. Al año siguiente vine yo al mundo. Mis primeros juguetes fueron los rulos y los secadores de la peluquería. Me encantaba todo aquello, crecí con ello. Creo que lo mío fue auténtica vocación casi desde que nací. Fui al colegio de La Milagrosa que entonces estaba en la calle Gil de Jaz en un edificio antiguo que ya no existe. El Oviedo de aquellos años era precioso. Jugábamos en el Campo de San Francisco. Cuando volvía del colegio iba dando con la carpeta en las verjas de los palacetes de la calle. La Escuela Normal está donde ahora hay un supermercado. Me acuerdo perfectamente de todos los negocios que había en Uría y que ya no están. A veces venía a buscarme Esteban Sánchez-Ocaña, que era vecino. Cruzábamos la calle y nos plantábamos en el parque. Apenas pasaba coches. Si acaso el furgón de reparto que dejaba mercancía en el Rívoli. Estaba Botas, Al Pelayo, Radio Norte y La Puerta del Sol que tenía los famosos caramelos del Congreso con forma de animales, envueltos en aquel papel grueso. Todo lo recuerdo con mucho cariño".

La evolución que cambio la ciudad. "Yo soy un enamorado de Oviedo, del de antes y del de ahora. La ciudad evolucionó y ahora es una capital moderna, muy limpia. Realmente no echo nada de menos. La infancia fue una etapa maravillosa pero vas creciendo y también evolucionas.

La gran decisión al final del bachiller. "Terminé el colegio y la revalida y se planteó la disyuntiva entre seguir estudiando o trabajar. Decidí ser peluquero. Mi padre me mandó a Madrid con Daniel Blanco, gran amigo suyo, de una estupenda saga de peluqueros. Allí estuve tres años hasta que volví para integrarme en el equipo de mi padre. Él fue mi gran maestro. Me hizo empezar desde abajo pero me ayudó y animó en todo momento. Siempre tuve interés por formarme bien. Hice Maestría Industrial en la escuela de Santa Engracia de Madrid, donde podías examinarte por libre. Hice todos los años en uno, lo hice después de acabar la mili. El campamento me tocó en El Ferral y de allí me mandaron como peluquero de oficiales en el Gobierno Militar de Oviedo".

La historia de la ciudad a través del salón. "Asturias siempre fue tierra de muy buenos peluqueros. En Oviedo, estaban Barbao y Nieves que trabajó con nosotros hasta que se casó. Cuando yo me incorporé al negocio heredé clientas de mi padre. Han llegado ha coincidir en el salón hasta cuatro generaciones. He peinado a muchos famosos, como Teresa Berganza, que me pareció la antidiva, tan sencilla y cariñosa. A Lola Flores la conocí cuando la peinó mi padre. También pasaron por la peluquería Paloma Gómez Borrero y María Dolores Pradera, entre otras. A la reina Letizia le corté el pelo de pequeña. Su abuela Menchu era clienta mía. Me encanta como va peinada, todo le queda bien.

Un "caballero" entre espejos y tintes. "El pasado mes recibí en París la Orden de la Caballería de Intercoiffure Mondial. Soy el primer español que cuenta con esa distinción. Este premio es el que me ha hecho más ilusión en mi vida. Intercoiffure, entidad la que soy miembro fundador en España, vela por la profesión. Parece que en los últimos años la gente se aventura a abrir una peluquería como si tal cosa. No es tan fácil. A una persona hay que peinarla según sus rasgos, la estatura y hasta el carácter. Puedes ir muy bien peinada y no estar favorecida. Son cosas diferentes".

Aquel Oviedo que ya se fue. "Me encanta la ópera y recuerdo aquellas temporadas en las que las clientas de mi padre iban espectaculares, vestidas por modistas como Abundia, Luz Cuesta, Isabel Fernández o las Valtueñas. Hoy algo queda de esa tradición. En Oviedo la gente se arregla mucho".

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