"No puedo hablar pero entiendo lo que dices tú". Ayudada por el ordenador con voz que lleva adosado a su silla de ruedas, Carmen Ríos, de once años, fue la primera de los 180 alumnos del centro de educación especial que Aspace (Asociación de Ayuda a las Personas con Parálisis Cerebral) gestiona en Latores en conversar con el Alcalde. Wenceslao López visitó ayer durante dos horas las instalaciones a las que cada día acuden Carmen, sus compañeros y más de cien trabajadores. Y allí, los padres de los usuarios del centro le hicieron dos peticiones al regidor socialista. La principal, según explicó Rafael Pedregal, presidente de Aspace en Asturias y padre de uno de los usuarios del centro, pasa por ampliar los accesos a las instalaciones. La petición no es baladí, ya que cada día circulan por la estrecha caleya que lleva hasta el centro entre 18 y 20 autocares y los vehículos de los trabajadores, amén de los vecinos de la zona. A este flujo de vehículos y personas hay que sumar el que genera el colegio público, también de educación especial, que hay en la parroquia. "Es por la seguridad de los chavales", apuntaba Pedregal.

El otro ruego de los padres, respaldados por la dirección educativa que encabezan Alfonso Llaneza y Neus Verdú, pasa por mejorar la conexión a internet del colegio, vital para las múltiples actividades que allí se desarrollan. "Es una lucha continua, día a día", explicaba José Manuel Álvarez, padre de Candela, de 19 años, una de las usuarias. Pero a pesar de las dificultades que puede representar tener un hijo con parálisis cerebral, Álvarez aseguraba que este tipo de niños "dan muchas satisfacciones. Es un amor distinto. Son gratificantes". Porque, como afirmaba, "la naturaleza tiene una ley compensatoria". Y, al mismo tiempo, Álvarez sentenciaba: "Te deja de importar de qué color tienes la pelusilla del ombligo".