"Solo quise ayudarla para que consiguiera la nacionalidad, fue por hacer un favor; es mi carne y mi sangre", aseguraba antes del juicio H. N., la mujer marroquí acusada de esclavizar durante año y medio a su sobrina. Al final, la cosa no le salió tan mal. Pese a una primera calificación de los hechos que apuntaba a un posible delito de trata de blancas, elaborada por la fiscal de Extranjería, ayer, el teniente fiscal, Joaquín de la Riva, estimó que esta acusación no se sostenía y decidió retirarla. Mantuvo no obstante la acusación por un delito contra los derechos de los trabajadores extranjeros, o inmigración ilegal. Tras consultar con su letrada, Teresa Álvarez, H. N. decidió declararse culpable de haber traído de forma ilegal a Oviedo a su sobrina -a un piso de la calle Mariscal Solís-, y aceptó seis meses de prisión.

El fiscal también retiró su petición de que la acusada pagase una indemnización de 12.000 euros a la víctima, A. N., quien, asesorada por la letrada Ana María González, de Cavasym, aceptó renunciar a ésta.

El juicio de ayer evidenció un choque cultural. Por un lado, la acusada y las mujeres de su familia que la rodeaban, tocadas con el hiyab, sin dejar ver un cabello; por otro, la víctima, vestida también con discreción, aunque mostraba su cabello largo e iba con vaqueros ajustados.

Según la denuncia, esta mujer vivió encerrada en casa de su tía durante año y medio, sin poder salir a la calle sola, solo bajo la supervisión de su familiar. Durante ese tiempo, decía en la denuncia, no se le permitió aprender castellano. Ahora, cuatro años después, la mujer se comunica perfectamente en español, aunque, por si acaso, al juicio de ayer fue convocado un traductor .

Con la condena impuesta por la sección tercera de la Audiencia, a H. N. le quedan unos antecedentes que no serán cancelados hasta dentro de dos años. La mujer estaba preocupada porque en 2020 tenía que renovar el permiso de residencia.