Cómo sería de importante la gastronomía para Cervantes que Sancho se apellida Panza. La cocina estaba muy presente en la época del Siglo de Oro, que se diferenciaba entre la de ricos -donde mandaba la cantidad- y la de pobres -que tenían que conformarse con pan, ajo y cebolla-. La literatura da buena cuenta de ello. También el Quijote, como ayer demostraron en el claustro bajo del LAUDEO Centro Cultural (Edificio Histórico), mientras el prestigioso cocinero Nacho Manzano ofrecía un "Showcooking".

El chef asturiano reconoció que para él tener pocos recursos es "una fuente de inspiración". También hizo un alegato por esa cocina que parte de la "más absoluta tradición". A partir de esas dos ideas ofreció una degustación de la gastronomía cervantina trasladada al siglo XXI a través de dos platos manchegos.

De primero, los asistentes a este actividad de la Universidad de Oviedo pudieron catar un platillo de atascaburras, una comida típica de Castilla-La Mancha que elaboró con patata, ajo y bacalao. Con su piel y espina, ya que por aquel entonces se hacía "una cocina de lo precario". Por encima llevaba huevo.

El segundo platillo eran galianos manchegos. Llevaba jabalí, pato y setas. Y por debajo una torta de maíz. Una elaboración más propia de los ricos del siglo XVII.

Los asistentes que se congregaron en el claustro degustaron con ganas los dos platos. Y eso que eran todavía las siete de la tarde. Gracias a esta actividad pudieron acercarse al autor del Quijote desde una perspectiva muy poco común.