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Por tierras de Allande

Al encuentro del paraíso perdido

El pueblo allandés de Aguanes habla de una vida rural perdida l El fuego de 2011 cambió la cara a lugares como San Martín de Valledor

Al encuentro del paraíso perdido

Aunque Aguanes se encuentra en uno de los lugares mas distantes del centro de Asturias, merece la pena acercarse hasta allí para contemplar maravillosos valles, con pueblos abandonados, que muestran las condiciones de vida de sus habitantes, hasta mediados del siglo pasado. Los edificios son testimonio único de la arquitectura tradicional del occidente asturiano, ubicados en lugares remotos, donde el lobo y el oso acompañan en la actividad diaria. Los bosques rodean todo, aunque algunos enclaves sufrieron un inmenso incendio en octubre de 2011 que dejó devastada la tierra.

Un vehículo todo camino nos permite acercarnos hasta el pueblo de Coba, donde dejamos el vehículo y ahorramos 2, 5 kilómetros de trayecto y 100 metros de desnivel en la ida y en la vuelta.

Los valles de los arroyos de La Furada y Trabaces podrían ser los lugares más aislados de España, dada su incomunicación que ha hecho que la población se desplazara a otros lugares, convirtiéndolos en lugares mágicos los pueblos de La Furada, Rubieiro, Aguanes y Trabaces.

La ruta parte en la localidad de Robledo perteneciente al concejo de Allande, muy cerca de San Martín de Valledor. A la entrada del pueblo dejamos el vehículo donde termina el piso asfaltado, para seguir por la pista hormigonada, que desciende por un precioso bosque hasta llegar al río del Oro, donde apreciamos el contraste de sus aguas verdosas con el verdor de los árboles y el gris de los líquenes.

A partir de este punto la pista comienza un fuerte ascenso que se salva dando varios zigzag. El firme es de tierra. Cuando salimos de la zona arbolada obtenemos excelentes vistas de la ladera opuesta.

Al finalizar el ascenso la pista transita por una zona de monte bajo. La pista contornea por la ladera y se introduce en un castañar a cuya salida nos encontramos a la derecha, con los tejados de la aldea de Coba, desde donde divisamos San Martín de Valledor.

Hacia San Martín de Valledor. Continuamos por la pista donde al poco trecho nos encontramos con una señal de la Ruta del Lobo, que nos conduce a San Martín de Valledor, pero que está casi intransitable. Después nos adentramos en el valle del río Furada donde el firme se transforma en hormigón. Al llegar al fondo la pista da un pronunciado giro, haciendo un zigzag para encontrarnos al final con un desvío a la derecha.

El vecino de La Furada. Nos introducimos en un valle empapado en un silencio sólo roto por nuestros pasos y el trinar de las aves. A pocos metros encontramos un molino en el que se aprecia el canal del agua por donde se surtía. Continuamos con la ascensión y llegamos a una zona de prados a la izquierda, con una solitaria cabaña, en cuyo interior existe un pequeño generador, que surte de luz al único vecino de La Furada. Al poco vemos a la izquierda un hórreo y casas. Uno de los dos habitantes de la zona es Lutz Ebrecht un afable alemán que llego a estas tierras hace 30 años para establecerse y formar su familia con su mujer la holandesa Ina Devries y sus dos hijos, los cuales pasan el curso en Oviedo.

De Rubieiro a Trabaces. Llama la atención el contraste entre las casas de paredes salteadas de pizarra oscura con piedras de cuarcita, con el blanco de las antenas parabólicas situadas junto a un antiguo hórreo y en varias edificaciones. Después de visitada la aldea debemos regresar por el mismo camino hasta la pista. Al llegar a ella giramos a la derecha, iniciando un ligero ascenso a través de un castañar con magníficos ejemplares y varias corripas en cuyo interior han crecido abedules. A la salida del castañar entramos en una zona de prados donde tenemos encima de nosotros la Aldea de Rubieiro. Una vez pasado el pueblo nos encontramos con una encrucijada de caminos. Seguimos por la pista de enfrente, que baja al Valle de Trabaces. Continuamos hasta el final desde donde tenemos una excelente vista del valle y los pueblos de Aguanes y Trabaces.

El valle y la antigua era. Poco antes de la finalización de la pista, sale a la derecha un camino que desciende. Seguimos hasta un nuevo cruce. Tomamos a la izquierda, hacia el fondo del valle, a través de un antiquísimo camino labrado en roca viva y en el que aún es posible ver las marcas dejadas por los carros . El camino se introduce en un bosque de robles y castaños y frente a nosotros aparecen las casas de Aguanes. Merece la pena perder un poco de tiempo viendo el pueblo en el que destaca la antigua era donde se trillaba el cereal para obtener el grano que alimentaba a los pobladores.

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