José Miguel Amóstegui preside la Sociedad Española de Fisioterapia en Pelviperineología (Sefip). Esta disciplina de intrincado nombre abarca todas las disfunciones del suelo pélvico, fundamentalmente incontinencia urinaria, caída de vísceras al exterior, prolapso genital o dolor pélvico crónico, problemas que afectan a un notable volumen de mujeres. "En Estados Unidos se nos llama fisioterapeutas ginecólogos, aunque también tratamos a hombres, por ejemplo las incontinencias urinarias causadas por la cirugía de próstata", explica este profesional de Éibar (Guipúzcoa), que hoy interviene en la II Jornada Profesional de Fisioterapia, que se celebra en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.

-¿Por qué la mujer sufre más trastornos del suelo pélvico?

-Porque el contexto del suelo pélvico femenino es mucho más amplio y está sometido a más actividad. El embarazo y el parto vaginal hacen que la mujer sea mucho más vulnerable que el hombre en este tipo de disfunciones. El varón tiene la uretra más larga, y eso hace que no sea incontinente en su juventud. Mientras hay chicas de 20 años que son incontinentes, el varón no suele serlo hasta los 60 ó 70 años. El 80 o el 90 por ciento de nuestros pacientes son mujeres.

-¿Existe una fisioterapia específica para estos problemas?

-Nuestra especialidad es aún joven y poco conocida. En el hombre, por ejemplo, no hay una fisioterapia prequirúrgica, que debería existir, y una fisioterapia posquirúrgica. Y el hombre lo lleva fatal. En la cultura de la mujer encaja mejor aceptar los escapes de pis. Para ella hay dispositivos que la ayudan a protegerse, compresas u otros, adaptados a su anatomía, pero esos dispositivos no están preparados para el hombre. No obstante, también conseguimos muy buenos resultados entre los varones.

-¿Qué tipo de disfunciones generan más demanda?

-Quizá la incontinencia urinaria sea el mayor problema, y afecta de manera importante a la calidad de vida. Para estar bien en la vida de pareja, una mujer tiene que encontrarse higiénicamente predispuesta. Si no está a gusto consigo misma y no tiene esa higiene exquisita, puede que se distancie de su pareja. Otro problema relevante es la caída de vísceras: la salida al exterior de la vejiga, el útero, la uretra o incluso el propio recto en mujeres que han gestionado mal la defecación, que son estreñidas y hacen un mal empuje.

-La cirugía pasa factura.

-Sí, hablamos de un espacio sometido a cirugía, principalmente ginecológica. Eso produce adherencias, cicatrices internas que fijan estas vísceras pélvicas y las dejan sin movilidad. Y el útero necesita movilidad: cada vez que respiramos, que hay una relación sexual, cuando las chicas hacen deporte... Tengo una paciente que se ha desmayado en varias ocasiones en pleno orgasmo por el dolor que le producía a nivel uterino. La terapia manual sobre este tipo de disfunciones es lo que mejora mucho el dolor pélvico, ya sea puntual o crónico, originado por una cirugía, un traumatismo o una infección.

-¿Perfil de la paciente?

-Hablamos de mujeres jóvenes, entre 25 y 40 años. En la vida de la mujer hay ciertas épocas de riesgo, como la pubertad o el embarazo, en las que habría que darles una especial información sobre el suelo pélvico, cómo funciona, cómo pueden prevenir disfunciones, cómo mejorar una vida sexual activa... O cómo puede perjudicarlas, por ejemplo, un deporte mal llevado.

-¿Deporte mal llevado?

-El deporte es sano, es salud, pero hay que añadir: a veces. Estamos con la fiebre del deporte. En Estados Unidos se ha hecho un estudio que concluye que el correr es uno de los factores que más dañan el suelo pélvico, y puede producir incontinencia. El 48 por ciento de las mujeres del Centro de Alto Rendimiento de Barcelona, las olímpicas que ganan medallas, sufren problemas de incontinencia de esfuerzo. Y tienen entre 18 y 28 años. En Suecia se hizo otro estudio y dio un resultado muy parecido.

-¿Cuál es el papel del fisioterapeuta en este tipo de problemas?

-Utilizamos todos los medios físicos, desde nuestras propias manos, que son la herramienta principal, hasta la electroestimulación, la radiofrecuencia, el láser para el tratamiento de las cricatrices... Procuramos hacer un trabajo de reconstrucción de todo aquello que ha podido estropearse, ya sea por un accidente, por una mala gestión de la vida sexual o por otra causa.