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Isabel, el regreso

La sesión de ayer de la comisión de investigación del caso Aquagest prometía ser el capítulo piloto de la nueva serie sobre política, corrupción y varios "Mantecas Things" y se quedó en un remake, quizá precuela por esa sensación de déjà vu, de la peli de terror y catástrofes de los noventa "Isabel, el regreso". Desde que a la alumna aventajada de Gabino de Lorenzo la mandaron a estrellarse contra Cascos para dejar libre el delfinato a Agustín Iglesias Caunedo, no se había vuelto a ver esa sonrisa (dientes-dientes) en la sala de plenos del Ayuntamiento de Oviedo ni había recorrido la mesa del salón consistorial esa mirada encaramada a la superioridad insultante.

Retirada a sus salones de invierno, anegados en su caso por colectores y embalses, Espinosa volvió ayer a bajar a la arena política como en los viejos y buenos tiempos, al decir de las miradas nostálgicas que lanzaba la embelesada bancada popular durante la sesión de ayer. Ya se conocía su maestría en el navajeo político de proximidad y ese es un daño que, creo, la comisión de Aquagest no supo gestionar bien, como se dice ahora. Pero lo que quizá no era de esperar es que en un alarde de venirse arriba y convertirse en "el ataque de la Isabel de cincuenta pies", la exconcejala saltara al aquí y ahora, sacara pecho de su gestión inmaculada, "cosa que los ovetenses han valorado en las últimas elecciones municipales dándonos la confianza" y el "sí, suspire, pero es que las urnas son muy tozudas y las ganó quien las ganó" y el "yo estaba a mis concejalías, que bastantes problemas tenía que resolver, que no tenía a gente viviendo en la calle como sí ocurre hoy" o incluso "si quiere hablamos del piso de Ramón Espinar".

Sí, amigos, Isabel ha vuelto y no sabemos si viene para quedarse, pero algunos ya están temiendo no llegar a tiempo para ver el final de la temporada. No sé si el género es de terror o de política-ficción, pero sí que a los del PP les ha funcionado muy bien últimamente lo de las palomitas. El problema es que para llenar las salas hacen falta taquillazos. El público quiere más y alguien tiene que estar preparado para dárselo. ¿Que no?

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