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ANTONIO MORENO | Experto en participación, miembro del colectivo Educación para la Participación (Crac)

"Sin debate, una consulta aquí sobre ETA también saldría 'no', como en Colombia"

"La participación es involucrarse en la búsqueda colectiva de soluciones, no tanto tomar decisiones como pensar qué preguntas hacerse"

Antonio Moreno, ayer, en Oviedo. PABLO PARIENTE

Antonio Moreno Mejía (Sevilla, 1970) se inició en la participación social a finales de los noventa, con la creación del Centro de recursos para asociaciones de Cádiz (CRAC), una asociación dedicada a rearmar un tejido asociativo adormecido por una década de políticas públicas. Su tarea no era tanto "de mantenimiento y lucha del estado del bienestar como de escuela de democracia". Tras una década en Andalucía, los encargos desde otros puntos de España les llevaron a convertirse en Educación para la Participación, colectivo que compagina análisis y debate con consultoría en participación. En este doble papel, Moreno habló sobre participación con concejales de IU, Somos y el PP por la mañana e inauguró por la tarde el aula de Educación para la Participación organizada por el Ayuntamiento de Oviedo y la Universidad.

-No sé si ha llegado un momento similar al que vivió a finales de los noventa, si la administración ya ha asumido tanto su compromiso con lo participativo que es el momento de trabajar otros ámbitos.

-No, a la administración le queda recorrido para incorporar procesos participativos y entenderlos como un sistema de oportunidades para el aprendizaje. Por ejemplo, se plantea un proceso de participación sobre cuándo se tiene que celebrar la Feria de Sevilla. Ahí nadie aprende nada, eso es una mera consulta. ¿Está mal? No. Lo que está mal es hacer una consulta sin un debate colectivo sobre pros y contras. Es esencial que la ciudadanía tenga la oportunidad de defender sus posturas desde distintas ópticas. Esa pedagogía de la ciudadanía activa, que es también una pedagogía de la comunicación y de la escucha, es clave. Ahí hay mucho camino por recorrer.

-Las peatonalizaciones de Oviedo, hoy reconocidas ejemplares, fueron muy discutidas, y si en su día se hubiera consultado, posiblemente se hubiera rechazado.

-No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que el proceso de pedagogía hay que hacerlo. Podemos estar absolutamente convencidos de que peatonalizar el centro de las ciudades es beneficioso. Pero eso no basta. Si hay un proceso donde la gente puede plantear sus reacciones y sus dudas, eso provoca argumentos que llegan a más personas. Otra cosa, distinta, es trasladar la toma de decisiones a toda la ciudadanía, aunque generalmente suele ser sobre aspectos que son poco significativos para la vida de la gente, como la fecha de la Feria o el nombre de una calle.

-Pero cuestiones más significativas, como el "Brexit" o el proceso de paz en Colombia ¿no han dejado cierta frustración?

-Frustración para los que pensaban que tenían argumentos suficientes para ganar en una votación. Una cosa es participar y otra votar, que es elegir entre opciones. Participar es el proceso en el que yo me involucro en la búsqueda colectiva de soluciones sobre un asunto concreto. También puede incluir toma de decisiones, pero no sólo.

-Me refería a cierta frustración entre los que trabajan, como usted, en la participación. ¿Qué lecciones sacan de estos procesos?

-En el caso concreto del "Brexit", la lección es que el argumento puede ser muy sólido pero sin debate ciudadano no llega a ningún sitio. Al final, o los ciudadanos no lo consideraron importante y no fueron a votar, o sin argumentos que fueran más allá del puro márketing no se convencieron. Sacar una lista de grandes nombres a favor de quedarse en la UE yo lo puedo interpretar como que el establishment quiere que me quede, y la parte contraria te atrae para ir a votar porque apela al descontento. El argumento sólo no vale.

-¿Y Colombia?

-Lo mismo. No tuvieron en cuenta que determinados mensajes sobre la venganza o la justicia plena son muy fuertes. Sin un debate ciudadano previo de lo que supone vivir en paz se pasó a una consulta prematura. Estoy convencido de que en un caso parecido en España, sobre ETA, la gente votaría que no.

-O se votaría que sí para instaurar la pena de muerte en determinados supuestos.

-Porque no hay un debate previo sobre lo que suponen los derechos humanos. El problema es entender la participación como una respuesta a determinados problemas sin tener en cuenta el proceso participativo. Porque no se trata tanto de decidir sobre opciones como de formular las propias preguntas. Es decir, en un debate sobre qué zonas de la ciudad hay que peatonalizar, la pregunta que hay que trasladar no es tanto esa como de qué forma nos queremos mover en la ciudad. Y quizá haya que preguntar a todos, también a los niños.

-Precisamente, la democracia representativa vuelve a preguntarse ahora sobre la edad a la que poder ejercitar el derecho a voto.

-Yo creo que si puedes trabajar con 16 años no sé por qué no vas a poder elegir a tus representantes. Estaría bien ver cómo traducen los partidos políticos sus mensajes al código adolescente.

-¿Están en situación de aprender la democracia representativa y la directa, una de otra?

-No estamos en un momento en el que la democracia representativa y la democracia directa hayan embragado. No tenemos el modelo y hay que inventarlo. La segunda transición tiene que ver con eso.

-¿Y quiénes tienen que participar en los procesos participativos?

-Todo el mundo. Desde la infancia a las personas mayores. Tienen que ser lo más transversales posibles.

-Usted utiliza el término "aristocracia de la participación". ¿A qué se refiere?

-A que estamos expulsando de los procesos a mucha gente, y que mientras sigamos con estructuras de participación pensadas desde y para personas de clase media ilustrada, seguirá siendo así. ¿Si debatimos hasta las diez de la noche, quién va a participar si hay que dar la cena y acostar a los chicos?

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