Técnica implacable de la pianista rusa Nepomnyashchaya Varvara, emocionante debut del compositor ovetense Gabriel Ordás y una Oviedo Filarmonía que brilló en la segunda parte del concierto, bajo la batuta de Yaron Traub. Este puede ser el resumen de la sesión musical de ayer en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, en una nueva cita de las Jornadas de Piano Luis Iberni, que cuentan con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA.

El jovencísimo Gabriel Ordás estrenaba "Proyecciones Sinfónicas. Obertura". Un compositor que, con sólo dieciséis años, recibió el encargo del Ayuntamiento de Oviedo para que compusiera una obra con motivo del XXV Aniversario de las Jornadas de Piano Luis Iberni. Y ayer se pudo escuchar. "Es una maravilla y una suerte poder trabajar así. Primero, por hacerlo con la Oviedo Filarmonía y, después, por el propio encargo", reconoció Ordás a LA NUEVA ESPAÑA muy poco antes de que las melodías que compuso se escuchasen en público por primera vez.

Ordás, que sólo tenía buenas palabras para Oviedo Filarmonía y para Yaron Traub, saludó a los asistentes al concierto. "Es una obertura festiva y conmemorativa por la razón de su composición. Busca, más que nada, la sorpresa del público. No desde el principio, ya que comienza desde la nada. Pero después va todo 'in crescendo' hasta llegar a un gran clímax tonal -tonal, raro en mí- en el que todo estalla en una expresión de júbilo, de alegría entre campanas, trompetas... Es muy colorido", describía el músico.

"Proyecciones Sinfónicas" gustó. El público lo recibió con calidez y aplausos. La obra, bien construida y expuesta, denotaba el artista vocacional que es. Ordás es visto por la crítica como un compositor con una gran proyección.

En la primera parte, pianística, Varvara interpretó el Concierto para piano en mi bemol mayor op. 73, "El Emperador", de Beethoven. Se trata de uno de los conciertos más importante del repertorio de esta pianista rusa de técnica depuradísima pero a, juicio de algunos, de escasa expresividad. El concierto es una de las obras preferidas por esta intérprete. "Para mí es sin duda el emperador de todos los conciertos escritos para piano, por su combinación entre fuerza y nobleza, y constituye siempre un nuevo reto volver a tocarlo frente al público", revelaba a este periódico hace unos días.

La segunda parte, tras el descanso, llegó con la sinfonía nº4 en fa menor, op. 46 de P. I. Chaikovski. En esta interpretación, el público ovacionó al director Yaron Traub, uno de los directores más reconocidos en España. En esta parte del concierto la Oviedo Filarmonía brilló más que en la primera parte dedicada a la música de Beethoven.