El mal tiempo ahuyentó a doce de los inscritos pero los 21 artistas que desafiaron a la lluvia no se arrepintieron. Se llevaron del primer concurso de pintura rápida "Una mirada a la Fábrica de Armas de la Vega" una jornada de trabajo en un entorno "impresionante". El próximo sábado, una vez el jurado haya analizado las obras que despacharon entre las nueve y media y las cuatro y media, sabrán si reciben algo más. Se otorgarán entonces tres premios de material de pintura valorados en 1.500, 750 y 500 euros. La votación popular de las dos visitas a la exposición y las instalaciones, que no admiten más plazas y reúnen a 60 personas cada una, entregará un cheque regalo más, de 250 euros.

La lluvia provocó que solo unos pocos colocasen el caballete en el exterior. Uno de ellos, Ángel Morán, que trató de captar los colores otoñales del que fue su lugar de trabajo durante más de treinta años. Ayer volvió como artista y le embargó la nostalgia: "Está todo muy decrépito", explicó tras situar a la primera teniente de Alcaldía, Ana Taboada (Somos), la ubicación exacta de algunas de las antiguas plantas. "Eso antes era Tratamientos químicos", le explicó. La edil había destacado que el certamen era uno de los pasos para "recuperar este espacio para la ciudadanía". Algo que, dijo, se intentará de nuevo ahora que María Dolores de Cospedal se ha hecho ya cargo del Ministerio de Defensa, de quien dependen las instalaciones. "Es una pena no poder abrirlo en más ocasiones y con más fluidez", remató. Una opinión compartida por Ángel Naves, que pintó a pastel los edificios que arropan el paseo central de los terrenos de la antigua fábrica. "Es una lástima, aquí se podrían hacer un montón de cosas de este tipo", lamentó cubierto por el tejado del porche de entrada.

Aún más resguardados estuvieron la mayoría de los participantes. El antiguo claustro acogió a cinco, una de ellas Marta Lorenzana, quien trabajaba con óleo para captar "un ambiente peculiar". El interior de la nave, imponente con sus arcos de piedra vista, tomaba forma en su lienzo. Algunos de los que se cubrieron tomaron primero fotografías y las usaron de guía. Como hizo Stefan Florien, quien movía la mirada de su móvil a su obra mientras escuchaba la radio.

En otro rincón trabajaba el artista sordo Rafael Cabello acompañado de un intérprete. Acrílico sobre lienzo para plasmar una ventana sin cristales, elegida para inmortalizar a través de ella la belleza y el abandono de toda la fábrica: "He escogido la más rota para plasmar una mirada a través del tiempo". Rotulista jubilado y pintor autodidacta desde niño, ha ganado varios premios. La primera edición del concurso que se celebró ayer pueda pasar pronto a engordar su curriculum. Pero antes deberá enfrentarse a las visiones que sus compañeros pintaron del taller de mecanizado, la escuela de aprendices, la biblioteca o el taller de cañones.