Sin ningún temor a la lluvia, los ovetenses tomaron ayer la calle Gascona para disfrutar del tradicional amagüestu que organiza cada año por estas fechas la Asociación de Sidrerías del Bulevar de la Sidra. La acogida tuvo tanto éxito que a las tres de la tarde apenas quedaban las cáscaras de la tonelada de castañas que se asaron para vender a tres euros por cucurucho. A su vez, también se repartieron de forma gratuita entre los asistentes alrededor de 1.500 litros de sidra "del duernu", la que mejor combina con el fruto del castaño por lo dulce de su sabor. "No he parado de servir vasos en toda la mañana. Con este tipo de sidra no tienes que levantar el brazo, pero ha sido tanta la gente que ha pasado por aquí que ya estoy hecho polvo", aseguraba con una jarra en la mano Máximo Tejeda, al que ayer le tocó atender una de las barras colocadas en Gascona para la ocasión.

Y lo cierto es que en el Bulevar de la Sidra no cabía ni un alma, costaba hasta caminar entre el bullicio. "Hay un ambientazo. Nosotros hemos venido con los niños porque les gustan mucho las castañas, pero no pensábamos que iba a haber tanta gente. Así da gusto salir por Oviedo", asegura Lorena Camino, que acudió a la cita con su marido Sergio Fernández y sus dos hijos, Adrián y Pablo. Tampoco quisieron perderse la fiesta Encarnita González y María Alonso, dos amigas de Oviedo que se pusieron las botas comiendo castañas. "A mí me encantan porque me recuerdan a mi madre y a mi abuela, a cuando las comía con ellas de pequeña, asadas o cocidas en leche", relata Alonso. "Eso sí, están muy caras. Antes salíamos al monte a por ellas y cogíamos un montón porque estaba lleno, pero ahora, con el cuento de que no hay muchas, las compras en las tiendas a precio de oro", asegura Encarnita González.

Los hosteleros de Gascona están hartos de repetir que el Bulevar de la Sidra es un emblema de la ciudad, que gracias a su tirón turístico sirve para hacer patria y llevar el nombre de Oviedo fuera de las fronteras del Principado y del país. Pues gracias al amagüestu de ayer, la calle Gascona ya va a ser conocida en Nápoles. "Nunca había estado en una celebración así. En Italia también se comen castañas, claro, pero con vino y no con sidra dulce. La verdad es que me está encantando la comida y sobre todo el ambiente que hay en Gascona", afirma el italiano Paolo Tarantino, que ayer estuvo en la capital del Principado con Aída Díaz.

La fiesta que comenzó en la calle se trasladó después al interior de las sidrerías, donde sus propietarios pusieron a disposición de los clientes todo tipo de platos y menús a base de castañas. "No creo que salgamos de esta calle hasta por la noche", decía Juan Rodríguez, de Luarca, poco antes de sentarse a comer.