A eso de las cuatro de la madrugada del día 26 de octubre de 2014, el dueño del taller de La Tenderina en el que trabajaba el padrastro de Imran recibió un mensaje en el móvil: "Tengo un marrón gordo, necesito tu ayuda", le escribió a su jefe David F. V., el gallego que será juzgado en febrero junto a la madre del niño como presunto autor de la brutal paliza que acabó con la vida del pequeño, hallado ocho días después en el interior de una maleta junto a las vías del tren cercanas al apeadero de La Argañosa. Era muy tarde y no le hizo caso al mensaje, pero ahora sospecha que su empleado quería contarle "la salvajada que habían cometido con el niño".

El responsable del taller realizó estas declaraciones ayer a la puerta de los juzgados de Oviedo, donde David F. V. se sentó en el banquillo como acusado de haberse llevado dos ordenadores y 240 euros de su negocio el fin de semana en el que presuntamente habría golpeado al niño hasta matarlo, el mismo día en el que le mandó el mensaje para pedirle ayuda. El gallego se presentó a la vista vestido de forma elegante, con una Estrella de David tatuada en la parte izquierda del cuello y visiblemente más delgado que hace dos años. Vino desde la cárcel de Masilla de las Mulas (León), donde permanece preventivo, para reconocer los hechos y llegar a una conformidad con la fiscal, que rebajó a seis meses de cárcel los quince que le pedía inicialmente por los hurtos en el taller. El ministerio público tomó esta decisión a tener en cuenta el atenuante de reparación del daño, ya que su jefe declaró en la sala que David F. V. le había pagado todo lo sustraído cuando estaba "completamente drogado" con horas de trabajo.

La vista de ayer es un mero trámite en comparación a lo que espera a David F. V., que se enfrenta a 33 años y medio de prisión por la muerte del pequeño. No en vano, el letrado que lo defiende, Fernando de Barutell, logró que los seis meses de condena sean sustituidos por 180 horas de trabajo en beneficio de la comunidad, un castigo entre comillas, ya que el gallego lo cumplirá en prisión y esos trabajos le permitirán salir del módulo en el que se encuentra ingresado, algo muy apreciado por los presos para romper su rutina. "Puede trabajar en la biblioteca, por ejemplo", explica su abogado. "Él único afectado voy a ser yo, que tuve que cerrar el negocio a consecuencia de todo esto", dice el exjefe del acusado.

Imágenes inéditas de David F. V, acusado del asesinato del Imran "el niño de la maleta"

Imágenes inéditas de David F. V, acusado del asesinato del Imran "el niño de la maleta"

Pero la clave de ayer es que durante la vista no se utilizaron como prueba documental las primeras declaraciones de David F. V. en la comisaría de Oviedo y en sede judicial. Ese día el padrastro de Imran confesó haber robado en el taller en el que trabajaba, pero también se autoinculpó, dijo que él había sido el autor del asesinado y que la madre del pequeño, la marroquí Fadila C., no había tenido nada que ver. El letrado que lo defiende ha solicitado la nulidad de esas declaraciones alegando que la designación del letrado de oficio que asistió a David F. V. fue "alterada por los agentes policiales que intervinieron en la elaboración del atestado" con el objetivo de que fuera sustituido. El TSJA acaba de rechazar ese recurso de nulidad, pero que las declaraciones no fuesen usadas ayer le sigue dando pie al abogado para volver a agarrarse a ese argumento en el Supremo si el proceso llega hasta el alto Tribunal.

Fernando de Barutell asegura que su cliente, que ahora culpa a su expareja del crimen, está "tranquilo porque nadie podrá probar que ha causado la muerte" del pequeño. David F. V. afirma que Fadila C. le confesó que ella había matado al niño durante su estancia en León, días después de la muerte de Imran. El gallego asegura que en ese mismo momento llamó a las autoridades para entregarse. Tanto David F. V. como Fadila C. están acusados de los delitos de maltrato habitual, lesiones, asesinato y profanación de cadáveres. La Fiscalía considera que el hombre fue el autor material del asesinato y que la mujer no hizo nada para evitarlo ni auxilió al menor.

El jefe del taller asegura que el acusado estuvo trabajando unos días después de haber cometido los robos y de la muerte de Imran porque él fue a buscarlo a casa tras reconocerlo en las cámaras de seguridad (un relato de los hechos que ya contó en su día en exclusiva este diario, que también se hizo con los vídeos). Durante ese periodo "estaba muy nervioso" y Fadila C. "le acompañaba a diario al taller". Según el encargado del negocio, "ella era la que mandaba, él era un títere y hacía lo que le decía porque Fadila era muy controladora". Cuando les preguntaban por el niño "decían que estaba en Estepona con la familia de ella". El dueño del negocio recuerda que Imran "tenía muchas carencias, moratones y estaba falto de cariño". Tanto es así que "cuando iba al taller buscaba mis abrazos".