Adriana Pérez tiene 16 años, estudia Bachillerato en el IES Fleming de Oviedo y forma parte del equipo de promesas de la natación paralímpica española.

Empezó a nadar con cinco años por un problema de espalda y para mejorar la agenesia de su brazo izquierdo, en el que no tiene ni dedos ni falanges. "La dejábamos llorando todos los días detrás del cristal", recuerda su madre. "No pensábamos que al final acabaría enganchándose a este deporte, pero hizo buenas amigas aquí y ahora no hay quien la saque de la piscina", añade.

"Mis padres me dijeron que tenía que hacer algún deporte porque era bueno para mi rehabilitación, pero al principio la natación no me gustaba nada", reconoce Adriana. Viendo a la chica sonriente que bromea con sus compañeros y disfruta en el agua, nadie podría imaginarse esta evolución. "La natación es un salvoconducto porque me ayuda a despejarme y poder centrarme en muchas cosas. Para estudiar necesito tiempo, pero este pequeño ratito me ayuda y me gusta mucho".

Adriana tiene claras las ventajas de formar parte de un equipo tan heterogéneo como el Mareastur: "Aprendemos mucho nos de otros porque el espíritu de supervivencia que tienen los compañeros te ayuda a pensar en que hay gente con muchos problemas más importantes que los tuyos y que podemos superar entre todos".

Desde el pasado 9 de febrero, Adriana forma parte del equipo de promesas de la natación paralímpica española, una iniciativa pionera puesta en marcha por la aseguradora AXA y el Comité Paralímpico Español. El objetivo es conseguir un alto nivel de rendimiento de los nadadores seleccionados mediante planes técnicos de formación y especialización, asistencia a competiciones nacionales e internacionales, y apoyo a los entrenadores y clubes, con la mirada puesta en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. En natación adaptada, Adriana participa en las categorías S10, SB9 y SM10, que encuadra a nadadores a quienes faltan una mano o los dos pies.

"Cuando nos enteramos de que la habían seleccionado nos alegramos sobre todo por ella, porque es un reconocimiento al al esfuerzo que ha hecho en todos estos años", cuenta Irene Álvarez, madre de Adriana. "Al principio la invitaron a una concentración en las Navidades del año pasado, y en Semana Santa ya viajó con todo el equipo", matiza.

Para Adriana, la discapacidad de su mano nunca ha representado un obstáculo. "En el colegio no tenía problemas para recortar con las tijeras o para usar los cubiertos en el comedor. Los profesores siempre nos decían que era una más", señala su madre.

"Adriana es una persona con mucho amor propio, que quiere valerse por sí misma. Un ejemplo es que nunca quiso llevar playeros con velcro: siempre ha usado cordones, nosotros le ofrecíamos facilidades, pero las rechazaba", abunda Irene Álvarez. Y apostilla: "Nunca hemos querido ponerle las cosas demasiado en bandeja".