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José Vicente Vilorio | Hostelero

"Me gustaba pisar aquellas calles empedradas y húmedas del Antiguo"

"Empecé Biología y Derecho, y no terminé ninguna de las dos carreras; a los 23 años monté mi primer negocio y nunca he parado de trabajar"

José Vicente Vilorio. irma collín

José Vicente Vilorio González nació en Villablino (León), en 1964. En esa localidad minera tan vinculada a Asturias a través del suroccidente vivió hasta los 18 años. Desde entonces, nunca ha perdido su estrecha relación con su tierra de origen. Pero lo cierto es que llegó a Oviedo y ya nunca más quiso marcharse.

La infancia en Villablino, entre minas y ganado . "Viví en Villablino, mi pueblo natal, hasta los 18 años. Entonces, como hacían la mayoría de los jóvenes de mi generación, me vine a estudiar a Oviedo. Otros se iban a León, pero yo escogí la carrera de Biología, que se hacía en Asturias. La verdad es que en la zona siempre hemos mantenido una gran vinculación con el suroccidente. La gente de Degaña y de muchas áreas circundantes venía al instituto a Villablino, así que la relación con la comunidad vecina siempre ha sido muy fluida. Como pasó en la mayoría de las áreas mineras, el pueblo creció de forma descontrolada. La mina sustituyó a la ganadería, que siempre había sido la actividad tradicional".

Cuatro horas de autobús para llegar a Oviedo. "Llegué a Oviedo con 18 años, cuando aún se tardaban cuatro horas en hacer el trayecto en el autobús que iba por Somiedo. En un principio, elegí Biología. No terminé la carrera. Después, un poco cansado, di un cambio radical y me matriculé en Derecho. La cosa tampoco resultó. Pronto me puse a trabajar".

En el corazón de la movida ochentera . "Un amigo tenía un pub en el casco antiguo y me ofreció trabajo. Era el principio de los años ochenta, un momento realmente dorado. Reconozco que a mí, recién llegado de un pueblo tranquilo, me pudo más todo aquello del alterne nocturno, así que colgué los libros. Ahora me arrepiento un poco. Pienso que podía haber dedicado un poco más de tiempo a sentar la cabeza. Estábamos en una especie de nube. No supimos asimilar todas aquellas oportunidades que se nos presentaban".

Vocación de autónomo. "A los 23 años ya monté mi propio negocio y siempre he seguido por mi cuenta. Llevo 30 años trabajando. Primero tuve u n pub en el casco antiguo, que regenté durante diez años. Después llegó el momento de cambiar la noche por el día. Fue cuando abrí el bar que tengo ahora. Las cosas ya no son como antes, claro. Cambian las generaciones, pasan los años, la noche quema mucho. Salíamos todos los días de la semana".

Un modo diferente de divertirse. "La gente salía de una manera distinta, disponía de más dinero, porque tampoco había gastos como los de ahora. Nadie tenía teléfono móvil ni wifi. El coche era para unos pocos. La mayoría íbamos a la Facultad caminando. En el piso de estudiantes había uno que tenía equipo de música y lo compartía con los demás. Todo era más personal. Las relaciones entre las personas eran directas, no a través de maquinitas, como ahora. Precisamente ese trato con la gente es lo que siempre me gustó del trabajo en el bar. Mi clientela del pub estaba formada, sobre todo, por estudiantes. Poníamos mucha música española y tenía mucho éxito, la gente salía a pasarlo bien. Tampoco había el nivel de inglés actual. Por eso se preferían las canciones en español. De aquélla tenía muchos clientes de Medicina y de Urgencias, que después de unos días duros aprovechaban para airearse un poco".

El gran cambio del casco viejo. "El Antiguo actual no tiene nada que ver con el de antes. Lo que más me gustaba era ver a la gente joven, algo que siempre me da alegría. La diversión nocturna está pensada para ellos, aunque ahora ha cambiado un poco la forma de ir a los sitios. Antes todo eran pubs y luego cerrábamos la noche en la discoteca. Ahora se reúnen de otra manera. La cuestión económica tiene que ver. Manejan menos dinero para el ocio y el alterne. No todos pueden pagar el precio de una copa, o prefieren gastarlo en otras cosas. Se juntan en las casas o en otros sitios. Un viernes o un jueves por la noche ya no sale nadie. En mi época era al revés. Los que no eran de Oviedo se marchaban el fin de semana y aprovechaban para divertirse los días antes".

Aquellas calles oscuras llenas de encanto. "En aquel Antiguo sin restaurar se pisaban las calles húmedas y empedradas. Había unas aceras preciosas; quizá lo peor era el tráfico. Los edificios estaban más deteriorados, incluso la Catedral, pero se caminaba tranquilamente y había un ambiente joven y sano. Yo nunca tuve un problema en el pub".

El tiempo se detiene en el monte. "Me da mucha pena saber que no hay vuelta atrás. Cuando llegas a los cincuenta no es que empieces a hacer un repaso de tu vida, pero ya tienes un bagaje. Me gusta mucho el monte, tengo muchos amigos prejubilados, con tiempo libre, y hacemos muchísimas escapadas por Asturias".

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